Lorencillo
26 de febrero de 2025
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Laurens de Graff, más conocido por Lorencillo, dada su escasa estatura, y de oficio pirata, no fue un personaje ilustre pero sí famoso, porque antes de emprender sus fechorías contra las costas y poblaciones cubanas, estuvo avecindado en La Habana.
Nació por el año 1653 en la ciudad de Dordrecht, en Holanda. En su adolescencia llegó a España y allí se enroló en la armada como artillero. Poco a poco ascendió hasta capitanear una nave, con la cual se le destinó a América para brindar protección a los buques de la Corona en su tránsito por el Mar Caribe.
En cumplimiento de su servicio, Lorencillo fue interceptado por varias naves piratas. De su valor y su ambición, pero también de su astucia y condiciones de marino, mucho se ha escrito. Menos documentada, pero probada, está su presencia en La Habana en calidad de “vecino de la ciudad”, asunto ante el cual nos detendremos.
En las Memorias de un cierto señor olvidado, se lee que Laurens de Graff arribó al Puerto de Carenas cuando en el verano de 1676 fondearon en la rada habanera los bajeles San Juan Bautista, San Antonio y San Cayetano procedentes del puerto de Santa Cruz de Tenerife. El Gobernador y Capitán General de la Isla, Rodríguez de Ledesma, ordenó el decomiso de las naves al ser halladas mercaderías de contrabando por las autoridades de la Marina. Como Lorencillo no guardaba relación con los hechos de contrabando, pudo establecerse en la villa, donde abrió una taberna, a la cual llegaban los marinos procedentes de las flotas de Indias en busca de alcohol, mujeres y reyertas, que nunca faltaban. Pero el holandés nunca se ganó la confianza de los habaneros, como si fueran capaces de adivinar que algún tiempo después se convertiría en un azote de los mares del Caribe.
Ya en condición de pirata asaltó una nave en las afueras de Santiago de Cuba, y en otra ocasión se paseó por los mares en los alrededores de La Habana, o se movió hasta la Punta de Hicacos, en Matanzas, o regresó por el sur, manteniendo siempre en jaque a las defensas cubanas. También anduvo por las rutas comerciales cercanas a Honduras, Cartagena de Indias y la ribera sur de Cuba. Después, Lorencillo desapareció por un tiempo… para reaparecer bajo las órdenes del almirante Pierre Le Moyne d’Iberville en la fundación de la colonia francesa de La Luisiana en Norteamérica.
La muerte sorprendió a Lorencillo en mayo de 1704, cuando el marino, aventurero y pirata apenas sobrepasaba los 50 años de edad, pese a lo cual era toda una leyenda que aún perdura.
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