Lizt Alfonso: “Para seguir siendo la nación tan rica que somos”
22 de enero de 2021
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Con la maestra, coreógrafa y bailarina Lizt Alfonso, directora del Lizt Alfonso Dance Cuba, que ha representado a nuestro país en disimiles escenarios del mundo, conversamos en Ciudad Viva a inicios de 2021, cuando tantos desafíos tenemos por delante. Perseverar y crecer han sido los fundamentos de este proyecto que inició en un momento “muy especial” dentro del contexto nacional, y que Lizt revisita con una visión retrospectiva.
¿Cómo nace la megacompañía que es hoy Lizt Alfonso?
Lizt Alfonso nació en Cuba en 1991, porque yo como coreógrafa, mujer y joven, con 23 años y acabada de graduar de la Universidad de La Habana, del Instituto Superior de Arte, sentía la necesidad de decir algo diferente. En nuestro país siempre han existido las compañías madres, las compañías emblemáticas, y compañías independientes existían muy pocas en ese momento, que yo recuerde el Ballet Teatro de La Habana, que es un excelente antecedente, Retazos, Danza Abierta; estamos hablando de distintas coreógrafas, todas mujeres, Caridad Martínez, Marianela Boan, Isabel Bustos, y yo quería decir algo.
Me abrí a base de sangre, sudor y lágrimas mi propio espacio para hablar de esto que se ha convertido veintitantos años después en el Ballet Lizt Alfonso, que en aquel momento era un grupo que se llamaba Danzas Ibéricas, y que iba a estar dedicado enteramente a cultivar las danzas regionales españolas por la raíz ibérica que tiene la cultura cubana y además el flamenco, la escuela bolera, lo que tiene que ver con la estilización de las danzas españolas cuando se llevan a escena. Así fue cómo surgió la compañía.
Después por el camino, me di cuenta, como a los dos años de fundada la compañía, que en Cuba tenemos una escuela de ballet muy fuerte, y que bajo ningún concepto necesitábamos imitar exactamente lo que los españoles hacían, sino que podíamos desde nuestro punto de vista, desde nuestra perspectiva de conocimiento y de la cultura tan rica que tenemos, proponernos hacer algo diferente y novedoso, es decir, la idea partía de ahí, pero realmente cuando se llegó a concretar eso fue uno o dos años después, creo que en el año 93, cuando recibo una beca del Ministerio de Relaciones Iberoamericanas para ir a estudiar a Madrid en la Escuela Profesional de Danza, durante un año; beca a la que voy pero no cumplo porque regreso y pienso inmediatamente en hacer otra cosa.
La compañía surge en un contexto socioeconómico bien complejo, ¿cómo recuerdas esa etapa fundacional?
Surge el 18 de octubre de 1991, en un periodo muy oscuro de la historia de nuestro país, nosotros lo llamamos “el periodo especial”; un momento en que no había nada, no teníamos transporte, no teníamos alimentos, no teníamos medicamentos, fue realmente muy duro y muy triste y es ese el momento en que surgió la compañía. Bajo la mirada atenta de todas las instituciones, porque éramos una compañía independiente, una cosa muy rara en Cuba, y supuestamente todo el mundo nos condenó a la desaparición; el sentir era: “Déjenla, ella está loca, ella va a desaparecer”. Eso era lo que se decía en las reuniones, y la loca todavía está aquí, y la compañía veintitantos años después, siento yo, es un orgullo de la cultura cubana.
¿Cuáles son esos derroteros por los que quiso andar Lizt Alfonso que han hecho que la compañía se distinga en su quehacer?
Lo que hacemos, que lo llamamos el estilo fusión, es la mezcla de ballet, danzas españolas, danza contemporánea y danza moderna, bailes populares cubanos y cuanta danza o movimiento escénico teatral nos sea útil para poder expresar lo que queremos expresar sobre el escenario. Hemos tenido profesores desde hip hop hasta de danza de la India, y vamos nutriéndonos de sus experiencias y sus saberes para proyectarnos en nuevas formas con lo que hacemos, pero la base es esa gran mezcla.
¿Cómo se manifiesta el legado europeo en el quehacer de la compañía?
La herencia europea se manifiesta en todo. Recibimos la raíz española y a partir de ella es que nos empezamos a proyectar, pero lo otro que es fundamental es el desarrollo del ballet. El ballet nace en Francia, y después se va a recorrer toda Europa, Italia, Rusia, pero además, tenemos la influencia del clásico español como la bolera, que también viene de toda esta mezcla de evolución de la estilización de la danza. En muchos aspectos, nosotros hemos recibido de distintas formas la influencia de la danza europea muy fuertemente.
Es la fusión un gran cúmulo en el que se mezcla todo ¿cuánto riesgo o cuáles son los aciertos de potenciar un proyecto que privilegia la fusión?
Pienso que la fusión de la danza es algo que está en la raíz misma de la cultura cubana porque tenemos una raíz muy mezclada. Nosotros recibimos toda esa vertiente que viene de los emigrantes españoles, pero también recibimos esa fuerte vertiente que viene de África; también a través de los españoles recibimos el legado de más de 800 años de los árabes en Andalucía. Recibimos tantas influencias y tan diversas, que en eso pienso que está muy marcada y muy determinada la fusión que hacemos en nuestra creación y que está dentro de la cultura cubana.
Si yo te digo que soy la primera persona que hace la fusión en Cuba, te estaría mintiendo porque sabemos que mucho antes existieron coreógrafos como Luis Trapa, como Alberto Alonso, Alberto Méndez, el propio Federico Rodney en Tropicana, que también trabajaban esta vertiente de la fusión aunque lo llamaran de una manera diferente. Pero igual, tenían la influencia del ballet, tenían la influencia de las danzas españolas, tenían la influencia de los bailes populares cubanos, de los ritmos afrocubanos…
Pienso que el gran aporte que hemos hecho es que hemos mantenido el legado, que ha habido una continuidad en la historia entre los unos y los otros, que no se ha perdido esa continuidad. Al contrario, se ha mantenido y se ha ido desarrollando y ha ido evolucionando hacia diferentes niveles, pero lo que es importante es que está presente, que está vigente y que además en el caso de nosotros, lo hemos logrado internacionalizar. Ahora estoy pensando en la Carmen, de Alberto Alonso, que además no se estrenó en La Habana, se estrenó por Maya Plisétskaya en el Bolshoi, y en que nosotros hemos logrado poner nuestros espectáculos en los cinco continentes y además, lo más lindo que tiene todo es la respuesta que recibimos del público. Es decir, cómo el público nos abraza dondequiera que vamos porque sienten que algo de él está puesto en el escenario y por eso es que pienso que conectamos con todos los públicos en los cinco continentes.
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