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Las tensiones de los preparativos para la guerra necesaria en cartas a Antonio Maceo y a Máximo Gómez

1 de noviembre de 2024

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El 20 de octubre de 1894 debe haber sido un día difícil para José Martí pues debía actualizar al electo General en Jefe del futuro Ejército Libertador de Cuba y a quien sería designado al estallar la contienda como su segundo, respectivamente Máximo Gómez y Antonio Maceo, acerca de los preparativos para iniciar la lucha armada. Y como se expresa en ambas misivas había crecientes dificultades en algunos lugares de Cuba como en La Habana y Camagüey. Varias de las preocupaciones martianas se relacionaban a veces con intentos por asumir liderazgos sin la autorización del mando militar ni del propio Delegado del Partido Revolucionario Cubano. Había pues, que evitar choques y divisiones entre los conspiradores y hacer comprender a los complotados dentro de la Isla la importancia de la labor de las emigraciones, del propio Partido y de sostener la mayor unidad de acción. A todo ello se unía la falsedad de noticias echadas a rodar por la prensa favorable al colonialismo español.

En la carta a Maceo, algo más breve que la enviada a Gómez, explica Martí como asunto central la marcha de los preparativos e Cuba y sus propias decisiones al respecto. Y comienza su escrito así: “Es hoy mi vida como el vórtice de toda nuestra tormenta. A todo atiendo en persona, lo que no es poco por acá, con tanta distancia y un espionaje más bajo y fino que nunca.” Ya en los finales, le pide su ayuda a Maceo “Déme desde allá, de sus anchas espaladas, y de su corazón, fuerzas con que ir acumulando, entre tanta bajeza y escasez, los últimos recursos—para irlos empleando con prudencia y honor.—para irme salvando de tanto obstáculo y traición,–para esperar sin ira, y para que no se tenga que esperar por mí.” Y finaliza así: “Vd. me quiere ya un poco. Quiérame aún más, y entienda bien a su José Martí.”

La carta a Gómez es mucho más extensa ya que detalla minuciosamente los preparativos insurreccionales, los obstáculos que se le presentan y la `prudencia de sus comunicaciones: “Ni a estas cartas siquiera fío los detalles, pero en cosas de secreto, y de más de una persona, todo lo que se haya de hacer tiene que ser muy meditado de antemano, hombre por hombre, y hecho a su hora con tal precisión y rapidez que el enemigo no tenga tiempo de advertirlo y contrariarlo.” Luego le puntualiza: “Lo primero es la fecha y manera de los levantamientos en Cuba, y su conexión con los desembarcos, que tengo meditados de manera que anden poco por la mar y lleguen todos a la vez.

Martí le refiere al general su propia actuación y cómo la mantiene dentro de las características acordadas entre ambos hombres: “En cuanto a mí, descanse, pude fallar mi parte, como falla todo en este mundo, por error, o fatalidad, o estrechez de recursos, aunque no parece que nos sobre un centavo, ni nos vaya a faltar para el plan sencillo y, según todas las averiguaciones y tentativas, posible.—Pero no me fallarán la cautela, la desconfianza extrema y necesaria de los hombres, y el tesón para negar a perezosos o buscones el dinero que hemos recogido con tanta agonía. Mándeme y quiérame Niéguese tazón para creerme capaz de caer en trampas y debilidades.” Y culmina este párrafo pidiendo cariño. “Eso sí: si aún hubiera tiempo, que no parece ser, para más letras suyas, consuéleme y aliénteme con su aprobación y su cariño: que mi única flaqueza y necesidad, es la de ser amado”.

Esta carta de Martí a Gómez termina así antes de la firma: “Este es su amigo, muy atareado y ansioso”.

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