Las relaciones instrumentales
24 de febrero de 2017
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Ustedes se preguntarán que significa el título del artículo de hoy, porque parece más bien una frase que se usa en un taller de mecánica o en un quirófano, sin embargo les aclaro que no, y paso a explicarles en qué consiste. Las relaciones instrumentales son aquellas que establecen los hombres y mujeres que se dedican en cuerpo y alma al trabajo y ocupan cargos directivos en empresas, universidades, cargos políticos o cualquier otra función a los que dedican prácticamente todo su tiempo y renuncian a otro tipo de relaciones interpersonales. Estas personas trabajan todo el día, los siete días de la semana y así sucesivamente, y no se dan la oportunidad de tener amigos, muchas veces no se casan, no tienen hijos.
Al respecto hay sus matices, ya que los hombres en particular, por las características del rol masculino, le es más fácil casarse, tener hijos; pero es un esposo y padre afectivamente ausente y solo es un proveedor de bienestar económico. Mientras que las mujeres se sienten más involucradas con las relaciones parentales –también por las características del rol femenino– y puede que se casen con un hombre que al igual que ella está más comprometido con su trabajo que con el matrimonio y no tienen hijos, y si los tiene es porque tiene otros miembros de la familia que se encargan de ellos, siendo también madres y esposas ausentes.
Entonces sus vidas se centran en estas relaciones instrumentales, y están comprometidos con las personas que están es su esfera laboral y la comunicación se centra en las tareas laborales, los horarios, las metas, en fin, todo lo que tiene que ver con el trabajo. A estas personas se les llama work alcoholic que traducido al español es trabajólico, o sea, un adicto al trabajo y su satisfacción personal se centra en el éxito profesional.
También estas relaciones instrumentales se establecen con aquellas herramientas que le son necesarias para realizar su actividad y ahí entra seguramente la omnipresente y omnipotente computadora, que se ha convertido en un apéndice del directivo actual, por lo que en la sala del hospital esperando la consulta se le ve con su laptop abierta, trabajando, y si puede escaparse de la boda de la hermana, se mete en un rincón para seguir haciendo un proyecto, un plano, fin, lo que es para él o ella su amor supremo: el trabajo.
Realmente cuando las personas están en la década de los 20, 30 y hasta 40 años nos proponemos las metas fundamentales de la vida y tenemos el deseo de hacer cosas importantes y de dejar una huella para trascender y he ahí, en estas etapas donde se puede perder la brújula y perder la verdadera conciencia de sí mismo y se convierten en esclavos del trabajo, invirtiendo así el orden de las cosas porque es el trabajo lo que se debe subordinar a la persona.
Es importante estas etapas para establecer relaciones interpersonales duraderas, formar familia, tener amigos duraderos, y el trabajo forma parte de la vida y es fuente de satisfacciones pero no puede devorar todo el tiempo ya que después, cuando se pasa de los 40, ocurre un proceso de auto análisis de evaluación de los logros, de la metas alcanzadas e inevitablemente se gira la atención hacia los objetivos vitales de la vida porque se comprende que la vejez está más cercana y nos percatamos de la mortalidad, por lo que se evalúa la vida más desde los logros personales, afectivos y nos preguntamos cuantas personas nos quieren, cuantos tenemos en nuestras vidas, y las relaciones instrumentales no son suficientes, aún para los adictos al trabajo, ya que los sentimientos, las emociones que nos hacen sentir las relaciones interpersonales son insustituibles.
Goleman apunta que estas personas cuando se acercan a los 50 tienen la difusa sensación que están desatendiendo algo sumamente importante, y esto puede ser originado por ejemplo porque se percata que su matrimonio fracasó y este cambio es positivo porque empiezan a percatarse de su “paisaje interno” y comienzan a experimentar emociones que nunca antes se habían permitido y lo cual les da la posibilidad de tener una nueva perspectiva en sus vidas, haciéndolas más fructíferas
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