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Las primeras grabaciones de jazz, danzones y sones (I)

27 de febrero de 2020

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Devotos por las grabaciones de jazz realizadas en los primeros años de la aplicación de la electricidad (1928-1930) aspiraban a sentir la música de manera espontánea, como salida de lo más profundo del alma, donde siempre fuera del solista de quien se hablara y quien mereciera toda la atención. Si bien, hasta la actualidad casi invariablemente en el tiempo, es del músico solista de quien se comenta, crea expectativas y disfrute en el jazz, especialmente en las improvisaciones solistas.

Esta apreciación inamovible en el gusto de los fieles amantes de este género musical, en verdad hace de las grabaciones de jazz una presencia casi rayana en una mística natural.

Desde estas valoraciones, el escucha desconoce que en estas primeras grabaciones por sistema eléctrico, inspiraba una dependencia por los espacios y pobre microfonía empleada; pero además, una acústica, distancia guardada entre instrumentos y otros variados y sutiles elementos empleados, entonces determinaban en la calidad del sonido de una grabación discográfica.

Sin embargo, si audisionáramos algunas grabaciones discográficas iniciales de jazz por sistemas acústicos (antes del uso del micrófono), ocurridas entre los años 1917 y 1923, con la inserción definitiva de los jazzistas negros en el recurso discográfico nos percataríamos de algo sorprendente, pues para entonces, no se reportaban grabaciones de solos instrumentales, al menos en la inmensa mayoría de las piezas de jazz estampadas en discos acústicos llegados a nuestras manos.

A su vez, entre otros aspectos, debe considerarse que entonces los formatos instrumentales básicos para sonara el jazz antológicas estaban configuradas por pequeñas agrupaciones con una reducción minúscula (5 o 7 músicos).

Como es natural, esto llevaba a esta especie de miniconjunto instrumental a idear verdaderos alardes y habilidades contrapuntísticas entre instrumentos, desempeño que de no guardar las debidas distancias entre los músicos en el momento de la grabación, hubieran afectado de manera caótica la señal de respuesta.

Con relación a estas apreciaciones el teórico norteamericano James Lincoln Collier comenta en su libro “Jazz: la canción tema de los Estados Unidos” que cuando el saxofonista negro Stanley Bechet, considerado por algunos especialistas como el primero en hacer con su instrumento solos en el jazz en Chicago; Bechet comenzó a grabar discos en 1923 con el quinteto de Clarence Williams, quedando evidenciado para la historia de las grabaciones de jazz, como los primeros solos de saxo en los espesos anales de la discografía. ¿Pero en realidad, estas acciones a caso quedaban evidenciados como los primeros solos melódicos propiamente dichos? Pero además me surge otra duda: ¿cómo pudieron registrarse estos solos en una sesión de conjunto sin el empleo de la microfonía?

Collier trata de corregir en algo su afirmación cuando dice que para entonces “(…) el solo de jazz todavía estaba en pañales (…). Pero vuelve a la carga cuando trata de ampliar conceptos y dice “(…) la mayor parte de la gente considera que el corazón del jazz es el solo de jazz (…) (…) Armstrong (se refiere al formidable trompetista negro Louis Armstrog) grabó un solo en “Froggie Moore” ese mismo año de 1923, y en 1924 acompañado por la banda de Fletcher Henderson, se encaminaba rápidamente a convertirse en el maestro del solo que sería algo después rebatido (…)”

¿Queda claro que los solos de Armstrong (el especialista Collier se está refiriendo a una improvisación de la trompeta)? Y entonces me asalta otra duda: ¿cómo se las arreglaban los primitivos técnicos de sonido para discriminar en estas grabaciones de conjunto (sin el empleo de micrófonos) a un solista.

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