ribbon

Las penas planificadas

10 de mayo de 2014

|

6a00e551f5010088330147e34f1c1b970b-320wiA la anciana le regresó el sosiego después de una mañana en que se analizó por dentro. Tomó la carta de la antigua amiga. Seguro le traería el papel imágenes que terminarían por levantarle el ánimo. Los sellos indicaban el envío desde un pueblo bajo la bandera propia, pero la fina hoja de papel y el sobre denotaban la procedencia extranjera. Le revivió su eterna curiosidad. La primera sonrisa del día le afloró a los labios al recordar lo dicho un día por la nieta mayor, aquello de que de tanto leer a Agatha Christie, se había convertido en una detective aficionada.
Era un largo escrito en que ni en el principio, la firmante denotaba una pizca de alegría por recuperar a la antigua compañera de colegio. Ni en una oración hacía referencia a aquellos días de la niñez y adolescencias compartidos.
Desde la primera línea, una retahíla de lamentos. Punto por punto y con lujo de detalles, contaba las causas de sus tristezas. Las detallaba sin escatimar ejemplos y se relamía en la descripción de escenas. Enfermedades, accidentes, muertes, despedidas fluían en cada oración.
La anciana había alcanzado apenas la mitad de la lectura y necesitó un respiro. Tanta desgracia no podía ceñirse a una sola persona porque lo normal en la existencia era que las penas y las alegrías alternaran por ciclos o se combinaran de un día para otro. Y a su antigua amiga le habían tocado los sufrimientos de una docena de individuos y de mascotas, pues estas entraban también en la lista. Era injusto.
Las ganas detectivesca le brotaron de súbito. Quiso encontrar los porqués de tanta infelicidad acumulada. Y supuso que, hurgando en el pasado, en esos días de la infancia compartidos, encontraría una pista.
Y se recordó niña al lado de otras niñas. En esa infancia, una guarda emociones y hechos. Las causas y consecuencias de los mismos no se analizan. La experiencia la proveía para analizarlos a fondo. La desconsolada de la carta resurgía en una niña llorona a la que los golpes en la rodilla y las inyecciones en las nalgas le dolían mas que a las otras y así se ganaba cariños acompañados de caramelos, y que los catarros le duraban mas tiempo que a las otras y así se demoraba más en el regreso a clases. Le desfilaron numerosos ejemplos que la hacían entender el significado de la carta. Aquella niña había crecido ataviada con el vestido de la lástima hecho a la hechura de su cuerpo para en cambio obtener beneficios. De las penas sentidas si eran ciertas, las magnificaba y le extraía provecho.
Y continuó la lectura. El último párrafo estaba dedicado por entero a criticar a los hijos que la colmaban de comodidades, pero estaban negados a convivir con ella al igual que los nietos que nunca la visitaban. Y sin preguntarle siquiera como estaba de salud, le planteaba que le continuaría escribiendo porque necesitaba un corazón sensible para volcar tantas amarguras.
La anciana imaginó que la remitente tendría una butaca acolchonada para que pasara el tiempo bien cómoda en espera de una respuesta.

Galería de Imágenes

Comentarios