Las hermanas Giral en el recuerdo (II)
14 de marzo de 2014
|Lourdes y Cristina Giral no eran ajenas al proceso de radicalización revolucionaria que vivía nuestro pueblo. Desde la Resistencia Cívica, luchaban contra la dictadura batistiana.
“Yo notaba en ellas algo extraño, pues tan abiertas conmigo anteriormente —me confesó Arnaldo— no me dejaban mirar ahora en sus gavetas. ‘No, no registres ahí, mi hermano’, me decían. Además, en su primera vivienda de La Habana, en horas de la noche, se celebraban reuniones. Pero ellas eran en extremo discretas, y jamás me dijeron de sus actividades revolucionarias.”
Luego de la huelga del 9 de abril de 1958, en cuya preparación participaron, decidieron dejar la casa donde vivían por considerarla poco segura. Se mudaron para el apartamento 42 del edificio de 19 y 24, en el Vedado.
¡Quién les diría que allí encontrarían la muerte!
Nos despedimos con un beso
El apartamento 41 muy pronto albergaría a un grupo de estudiantes. En verdad, eran los integrantes de la Dirección Nacional del Directorio Revolucionario 13 de Marzo. Entre ellos y las hermanas Giral no se estableció nexo directo alguno. Sin embargo, en más de una ocasión, según se ha comentado, una sorda complicidad se formó entre ellos, por la sospecha, en unas y otros, de que todos eran conspiradores.
El 13 de junio de 1958 se realizaba en el apartamento 41 una reunión donde se acordó efectuar ese mismo día, por la tarde, un atentado al ministro de Gobernación Santiago Rey. Sin embargo, el hecho ocurrió sin mayores consecuencias, solo uno de los proyectiles alcanzó el rostro del politiquero.
La tiranía, tratando de ubicar a los autores del atentado, desató de inmediato una feroz represión. Sin perder tiempo, la Dirección del Directorio abandonó el edificio de 19 y 24, en el Vedado.
Por indicaciones de un delator, en horas de la madrugada del domingo 15, los esbirros de Esteban Ventura Novo, armados hasta los dientes, se dirigieron allí y efectuaron un registro general.
Los apartamentos 41 y 42 se hallaban vacíos; los combatientes, lejos ya de las garras de las fuerzas represivas; Cristina y Lourdes, estaban pasando el Día de los Padres, en Cienfuegos, junto con sus familiares.
Las puertas fueron violentadas.
En el 41 se encontraron pruebas que corroboraron las informaciones del delator; en el de las hermanas Giral nada fue encontrado, pues ellas no acostumbraban dejar algo comprometedor durante su ausencia, sin embargo en cada uno de los apartamentos se situaron hombres con la orden expresa de matar.
“Al llegar a la casa de ellas, todos vinimos en mi máquina desde Cienfuegos —recordó Arnaldo—, yo le cargué los paquetes con la idea de subírselos, pero ellas, comprensivas, me dijeron:
“Déjalo, estás muy cansado de manejar. Nos despedimos con un beso y cuando iba por 23, sentí unos disparos lejanos. Ni pensar que fueran contra ellas que marchaban desprevenidas, desarmadas…”
Cristina tenía 28 años; Lourdes 21.
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