Las enfermedades trasmitidas por mosquitos aumentan en España. La Leishmaniasis
20 de septiembre de 2013
|La llegada de las altas temperaturas y el cambio climático han favorecido la expansión y el aumento de enfermedades transmitidas por insectos en la Península Ibérica, Islas Canarias y Baleares, tales como leishmaniasis, malaria o dirofilariosis, según informa la Sociedad Española de Parasitología. Estas enfermedades pueden ocasionar fiebre, úlceras, hemorragias nasales, diarreas o lesiones en algunos órganos.
La Sociedad Española de Parasitología (Socapa) trabaja actualmente en diferentes proyectos contra la expansión de este tipo de enfermedades tales como la transmisión y control de la Lashmaniasis, que está afectando el sudoeste de la Comunidad de Madrid o la posible transmisión de la malaria en el Delta del Río Ebro.
Asimismo, otras líneas de actuación son la creación de mapas de riesgo de emergencia de enfermedades trasmitidas por mosquitos en las Islas Canarias. En conjunto, el Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales de la Universidad de La laguna y la Salud Pública de Canarias trabaja, desde 2009, en colaboración con otros centros españoles, en un proyecto de investigación cuyo objetivo es la creación de mapas de riesgo para las islas. Esta zona se encuentra en una situación de emergencia debido a la abundancia de inmigrantes africanos y de emigrantes retornados de América, donde estas enfermedades tienen una mayor prevalencia.
¿Qué es un mapa de riesgo?
Cualquier instrumento informativo que, mediante informaciones descriptivas e indicadores adecuados, permita el análisis periódico de los riesgos de emergencias de enfermedades en una zona determinada. La lectura crítica de las informaciones sintéticas que se originan, debe permitir la programación de planes de intervención preventiva y la verificación de su eficacia, una vez realizados. O sea, todo instrumento informativo dinámico que permita conocer los factores de riesgo y los probables o comprobados daños en un ambiente dado.
Hablemos de la Leishmaniasis. La Leishmaniasis se conoce como el mal de los perros y los pobres. Es una enfermedad zoonótica (Una zoonosis es cualquier enfermedad que puede transmitirse de animales a seres humanos) causada por un protozoo Leishmania infantum y transmitido por la picadura de mosquitos de los géneros Phlebotomus (mosca de la arena) (izquerda) en Europa, África y Asia. Y Lutzomyia (jejenes) (derecha) en América. Inicialmente parasita la dermis, vísceras y membranas mucosas, y otras células de animales silvestres, fundamentalmente del perro, donde puede adquirir el carácter de enfermedad crónica en muchos de los casos. Pero también puede infectar al ser humano, al que le provoca leishmaniasis cutánea – la forma más leve –, o leishmaniasis visceral – la más severa, caracterizada por fiebre, malestar, pérdida de peso, anorexia o molestias e inflamación fatal del hígado o el bazo. Es una enfermedad que hasta hace poco era mortal para los canes. Pero, es posible que usted no conozca que cada treinta segundos una persona se infecta por esta dolencia. Actualmente, cualquiera puede proteger a su mascota, mientras que doce millones de personas de países en vías de desarrollo sufren la enfermedad de los pobres.
La leishmaniasis es la tercera enfermedad transmitida por vectores con más incidencia en el mundo, después de la malaria y la filariosis. La OMS calcula que unas 60 000 personas mueren al año a causa de una dolencia cuyos casos se concentran en un 90 % en 15 países, la mayoría en vías de desarrollo.
Cada año se producen dos millones de nuevos casos, de los que 1,5 millones corresponden a formas cutáneas, como laceraciones en la piel, y el resto a formas viscerales, que pueden provocar la muerte a través de la inflamación de órganos internos.
Hasta el momento no se ve en el horizonte el control de la enfermedad y más lejos aún queda su erradicación. La complejidad del patógeno y la dificultad para inducir respuestas inmunes específicas celulares son las principales complicaciones a la hora de desarrollar una vacuna eficaz.
A esto se añade el hecho de que la dolencia está englobada en el grupo de enfermedades tropicales olvidadas y en la práctica, ninguna compañía pone dinero para un ensayo clínico en humanos. Además, como la mayoría de los casos se localizan en países empobrecidos como la India, Bangladesh, Nepal, Sudán y Etiopía, nadie va a pagar la vacuna.
Farmacéuticas, organizaciones no gubernamentales, gobiernos y empresas son buenos candidatos para llevar a cabo un ensayo, desarrollar la vacuna y optimizarla, pero “si ven que no va a haber negocio porque es el tercer mundo, no suelen pagarlo. Sin mecenazgo puro y duro muchas vacunas se quedan en los congeladores, destaca Lucas Sánchez, investigador que trabaja en el desarrollo de vacunas contra la leishmaniasis en el Centro Nacional de Biotecnología español, uno de los más importantes de Europa.
Los perros, por delante. Donde las cuentas sí han salido es en el desarrollo de la vacuna para animales de compañía, cuyos dueños, ciudadanos de países industrializados, están dispuestos a pagar para protegerlos. Esa vacuna va a dar mucho dinero, asegura el investigador arriba mencionado.
La vacuna a la que se refiere el científico del CNB es la CaniLeish, que salió al mercado a principios de 2012 para proteger a los perros en España, pero ya se comercializaba en Francia y Portugal desde 2011. En Brasil, donde la leishmaniasis también hace estragos entre los canes, ya se vendían dos vacunas (Leishmune y LeishTec) desde hace al menos tres años. Sin embargo, algunos expertos dudan de la protección que confieren a los animales. Parece que la vacuna retrasa pero no protege. Según los expertos, faltan estudios.
Nada nuevo en 15 años. En los seres humanos los síntomas de la enfermedad se detectan antes, la infección está más localizada y la respuesta al tratamiento es buena. En muchas personas el parásito solo se ubica en piel, donde causa lesiones cutáneas que en su mayoría son autocurativas.
En la actualidad tan solo unas pocas compañías están desarrollando una vacuna para leishmaniasis humana y la mayor parte de estos proyectos están en fase preclínica. Faltan años para que llegue al mercado, constatan los investigadores.
El proyecto más avanzado es el del Infectious Disease Research Institute (IDRI) en EE UU, con soporte financiero de la Fundación Gates, que consiste en una poliproteína recombinante. Ya se han hecho ensayos clínicos en fases I y II y se va a realizar un próximo ensayo de eficacia en la India.
Hasta que las pruebas avancen, las personas infectadas seguirán recibiendo terapia combinada con tratamientos y solo existen cuatro medicamentos eficaces para evitar la aparición de resistencias. En los próximos 15 años tampoco esperamos nada nuevo, lamentan los investigadores.
Paradójicamente, el mayor avance para la protección de las personas lo ha supuesto la vacuna canina, que puede favorecer de manera indirecta a los humanos, pues como los perros también son un reservorio del parásito y pueden contagiarnos, si se controla al hospedador intermediario de la Leishmania habrá menos peligro potencial para las personas.
Liebres madrileñas, reservorios silvestres. A los perros se unen otras especies de animales salvajes como reservorios del parásito, tal es el caso de las liebres y los conejos que abundan en España. Como en otros países mediterráneos, la enfermedad es endémica aunque normalmente no se daban más de una decena de casos al año en humanos. Pero desde julio del año 2009, un brote de leishmaniasis afectó a más de 300 personas en la Comunidad de Madrid.
En Fuenlabrada la proliferación de las liebres ha aumentado a la vez que el número de vectores, de manera que aumentó también la transmisión del parásito a las personas, según el último Boletín Epidemiológico de esta Comunidad.
Los científicos opinan que los brotes de leshmaniasis no son nada comunes en España ni en el sur de Europa, pero que los episodios reportados han sido consecuencia de cambios ambientales, como la construcción de presas o sistemas de riego o la colonización de zonas silvestres por parte del hombre, que hacen que se incremente mucho el vector y el reservorio, o que se ponga en contacto al parásito con la población humana, como el fue el caso de las liebres en las zonas cercanas a Fuenlabrada, donde, alrededor del 19% de las liebres examinadas fueron portadoras del parásito y también que estos animales infectados eran capaces de infectar flebótomos (mosquitos) –vectores del parásito–. En condiciones normales, los parásitos de las liebres no deberían tener un impacto directo en los seres humanos porque no hay mucho contacto de forma natural. Este es un caso muy probable donde el aumento sin control de la población de liebres, junto a condiciones ambientales favorables para los mosquitos, propició que estos últimos aumentaran su población en un lugar muy cercano a la población humana. Lo cual condujo a un aumento excepcional de la transmisión de la enfermedad.
Desde inicios de 2012, el número de afectados ha ido in crescendo y podría seguir aumentando a pesar de las medidas de controo quiere decir que las medidas no funcionen.
Con el tiempo, las medidas de control de las poblaciones de liebres y vectores harán efecto y se prevé que el número de casos descienda. Asimismo, a pesar del inusual número de casos, la virulencia clínica de las cepas del parásito no es especialmente alta y la mayoría de los casos clínicos son de leishmaniasis cutánea, la forma más leve de la enfermedad.
En Andalucía, el grupo de Leishmaniasis y otras zoonosis parasitarias, liderado por la Universidad de Granada, lleva 25 años trabajando en los diferentes aspectos epidemiológicos de diversas enfermedades parasitarias. Este grupo ha logrado aislar en el sur de España más de 160 cepas de la especie Leishmania infantum.
Un tercio, con VIH. Un dato interesante. Investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) de Madrid registraron 2.028 casos de leishmaniasis visceral entre 1997 y 2008 en los hospitales españoles. La incidencia de hospitalizaciones fue más alta en Madrid y la costa mediterránea.
Un tercio de estos pacientes estaba también infectado de VIH. En pacientes con VIH, la susceptibilidad a la Leishmania es mayor. Además, la enfermedad aumenta la carga vírica en los pacientes que ya son VIH+, lo que hace que desarrollen los síntomas de SIDA de una forma más rápida. En la población pediátrica, todos los casos de leishmaniasis ocurrieron en niños sin VIH.
Aunque la enfermedad no es un problema especialmente grave en humanos en España, sin embargo, la llamada enfermedad de los pobres, supuso, en los doce años de estudio de la Universidad Rey Juan Carlos una inversión de unos 15 millones de euros, una carga económica nada desdeñable.
A la espera de una vacuna humana, 350 millones de personas en todo el mundo seguirán corriendo el riesgo de infectarse de esta enfermedad parasitaria, según la Organización Mundial de la Salud. Una cifra que tampoco es despreciable.
En la actualidad la leishmaniosis está muy extendida por amplias regiones del planeta, entre las que se encuentra la cuenca mediterránea. En concreto, las prevalencias más elevadas de la leishmaniosis canina se encuentran en la mitad sur y noreste peninsular, y en Baleares.
Canarias, junto con el resto de archipiélagos de la Macaronesia, pueden encontrarse con una situación de emergencia de este tipo de enfermedades debido a la abundancia de inmigrantes procedentes de África y de emigrantes que vuelven desde América, continentes donde en los últimos años este tipo de enfermedades han emergido y reemergido intensamente.
Profilaxis
• Luchar contra los vectores: se realiza mediante nebulizaciones de insecticidas en zonas donde generalmente se crían los flebótomos.
• Diagnóstico y tratamiento de casos humanos y en animales reservorios (principalmente perros).
• Rígido control sobre perros, realizando una vigilancia veterinaria periódica de los animales sanos.
• Los mayores esfuerzos en la actualidad van encaminados a conseguir fármacos quimio profilácticos y sobre todo a obtener vacunas polivalentes eficaces contra todas las especies de Leishmania.
Recordemos que…”la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla.
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