Las cartas escritas por José Martí a Gonzalo de Quesada y a su hijo
27 de marzo de 2020
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Conceptos de gran trascendencia, principios que rigieron su vida a través del tiempo, José Martí no solo los expuso en sus discursos y trabajos periodísticos, sino también en las cartas que envió a sus familiares, a sus amigos y colaboradores cercanos.
El primero de abril de 1895 cuando ya estaba realizando las gestiones para trasladarse hacia Cuba con el propósito de dar su contribución directa al desarrollo de la guerra por la independencia José Martí escribió cartas a su amigo y cercano colaborador Gonzalo de Quesada y Aróstegui y a su querido hijo José Francisco.
A su hijo le expresó: “Hijo, esta noche salgo para Cuba; salgo sin ti, cuando debieras estar a mi lado. Al salir pienso en ti. Si desaparezco en el camino recibirás con esta carta la leontina que usó en vida tu padre. Adiós. Se justo. Tu José Martí.”
En la misiva dirigida a Gonzalo Martí trató temas relacionados con la motivación fundamental de su vida y con otras cuestiones de especial significación.
Esa carta ha sido catalogada como su testamento literario, puesto que le detalló a su amigo y cercano colaborador que debía hacer con sus obras y otras pertenencias si él moría en la lucha por la independencia cubana.
Él afirmó al respecto en la parte inicial de la citada carta: “Gonzalo querido: De mis libros no le he hablado. Consérvenlos; puesto que siempre necesitará la oficina, y más ahora: a fin de venderlos para Cuba en una ocasión propicia.”
Indicó Martí que algunos libros relacionados con la historia y otros aspectos de América se los enviara a Carmen Miyares de Mantilla para que se los conservara. Le señaló también que si no regresaba –y él insistía en publicar todos sus trabajos– siguiera un orden establecido.
De sus poemas expresó: “Versos míos, no publique ninguno antes del Ismaelillo.”
Se refería al libro de poemas que él dedicó de modo especial a su hijo y que resultó editado en Nueva York en el año 1882.
Martí le pidió además a Gonzalo de Quesada cómo proceder con otros de sus trabajos y comentó lo que sentía al hallarse próximo a salir hacia su tierra natal al patentizarle: “De Cuba ¿qué no habré escrito?: y ni una página me parece digna de ella: solo lo que vamos a hacer me parece digno.”
También le especificó a su cercano colaborador al resumir cuál era su actitud con respecto a la causa de su tierra natal y de su pueblo: “Ya usted sabe que servir es mi mejor manera de hablar.”
No fue esta la última carta que José Martí le escribió a Gonzalo de Quesada y Aróstegui.
Varios días después de haber llegado al territorio cubano, el 11 de abril de 1895, y hallarse en la zona oriental Martí le dirigió una misiva de conjunto a Gonzalo y a Benjamín Guerra.
El 15 de abril en una carta también dirigida a Benjamín Guerra les especificó: “Gonzalo, Benjamín, hermanos queridos: En Cuba libre les escribo, al romper el sol del 15 de abril, en una vega de los montes de Baracoa. Al fondo del rancho de aguas, en una tabla de palma sobre cuatro horquetas, me he venido a escribir. Oigo hablar al General, a Paquito Borrego, a Ángel Guerra, a los cincuenta valientes de la guerrilla de Félix Ruenes que salió a nuestra custodia.”
De inmediato les aseguró: “Refrenaré mis emociones. Hasta hoy no me he sentido hombre. He vivido avergonzado, y arrastrando la cadena de mi patria, toda mi vida. La divina claridad del alma aligera mi cuerpo. Este reposo y bienestar explican la constancia y el júbilo con que los hombres se ofrecen al sacrificio.”
Les contó una singular vivencia en los campos de Cuba ya que narró lo que sintió cuando a iniciativa de Máximo Gómez en una reunión de oficiales del Ejército Libertador se decidió, además de reconocerle su condición de Delegado del Partido Revolucionario cubano, otorgarle el grado de Mayor General.
Acerca de esto señaló en su misiva: “¡De un abrazo, igualaban mi pobre vida a la de sus diez años! Me apretaron largamente en sus brazos. Admiren conmigo la gran nobleza. Lleno de ternura veo la abnegación serena, y de todos, a mi alrededor.”
Casi en la parte final de esta carta Martí planteó un concepto de gran significación puesto que enfatizó: “El alma crece, y se suaviza en el desinterés y en el peligro.”
Tras haberse producido la muerte de José Martí en la zona de Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895 Gonzalo de Quesada y Aróstegui se dio a la tarea de acopiar la mayor cantidad de cartas, otros documentos, discursos, poemas con el objetivo de poder hacer realidad que todo ello pudiera agruparse en lo que después llegarían a ser las denominadas Obras Completas de José Martí.
En tal sentido esta labor tuvo continuidad mediante el quehacer y dedicación de Gonzalo, es decir Gonzalo de Quesada y Miranda.
Desde 1978 todos sus documentos y manuscritos originales fueron catalogados como Monumento Nacional, y resultaron calificados como el más preciado patrimonio de nuestro acervo histórico cultural.
Tales materiales poseen un valor muy significativo para Cuba, América Latina y el mundo, pues en ellos se puede encontrar la visión política de Martí, su impresión en torno a la época que vivió y los países donde residió o visitó, la riqueza y vigencia de su prédica, así como la fuerza y el encanto de su vasta obra literaria y periodística.
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