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La votación y el consenso

6 de febrero de 2015

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Post-25 (Small)Durante toda mi vida he escuchado estas dos palabras, y si bien es cierto que siempre supe claramente que es la votación, creía hasta hace poco que el consenso era  lo mismo, solo diferenciado porque las personas además podían exponer la razón por la que estaban de acuerdo o no con el objeto de debate. Pues estaba equivocada, y me aclaré cuando me dediqué al estudio de la inteligencia emocional en el ámbito laboral, y con mayor especificidad  en el uso de ambas herramientas en la dirección de organizaciones y su utilidad en un caso u otro, ya que uno de los recursos que debe tener un jefe para el trabajo en equipo es un buen manejo de la votación y fundamentalmente hacer que el consenso sea útil en la búsqueda de criterios para la toma de decisiones. Así que voy a diseccionar estos dos instrumentos de participación colectiva. La votación es claramente una aceptación o rechazo de una propuesta, con la tercera opción de la abstención, cuyo beneficio es salir de debate, permitiendo a los otros que tomen decisiones que a la corta o la larga nos afecta o beneficia. La votación se utiliza en los más diversos entornos, situaciones de la vida, que va desde elecciones para cargos políticos, pasando por múltiples niveles intermedios, hasta decisiones de tipo mucho más personal, y dentro de esto cabe el ámbito laboral. Tiene características como que puede ser secreto el voto, escrito, abierto y cada una de estas formas también tiene beneficios y perjuicios, llevando una carga emocional tan diversa que su forma puede condicionar un cambio en el voto; veamos que quiero decir con esto. Si tengo que elegir a alguien para un cargo directivo, y creo que el mejor es X, pero soy amiga de Y. ¿Qué hago? Porque Y confía en mi amistad, y por lo tanto en mi voto, así que es muy posible que si la votación es abierta, vote por el amigo aunque no crea que sea la mejor opción, pero no puedo “traicionarlo”. Sin embargo, si fuera secreta, seguramente votaría por X, ya que nadie lo sabe, y aunque esto puede traer una valoración ética desfavorable hacia mi persona, nadie es perfecto y creer en la absoluta pureza moral es bastante infantil. El asunto es que las emociones acompañantes en uno u otro caso son diferentes, porque si tengo que tomar una decisión pública me pongo nerviosa, inquieta, con miedo, ansiedad, en fin, con emociones negativas, y lo que es peor, no soy sincera conmigo misma, ni con mi amigo, ni con la organización y lo que es mejor para ésta. Por otro lado, el consenso tiene otras que cualidades que son en primer lugar que no es la aceptación o rechazo de una propuesta, no es unanimidad, ni tan siquiera la mayoría tiene que estar de acuerdo, sino que es un proceso más complejo, porque es en esencia el análisis sobre un tema en cuestión, por lo que debe comenzar con una propuesta de quien dirige el equipo u otro miembro designado y a partir de ahí, cada integrante explica sus acuerdos y desacuerdos en los diferentes aspectos, incluso se puede manifestar un falta de criterio formado porque la propuesta no está lo suficientemente clara para alguien. Puede ocurrir también que las objeciones sean en la esencia de la propuesta, o en la forma, es decir en diferentes niveles de importancia. En todos los casos, las personas se pronuncian si apoyan o no el asunto, por lo que se puede apoyar un punto de vista con el no estamos de acuerdo inicialmente, pero reconocemos que ha sido trabajado profundamente y con seriedad, por lo que ha logrado que cambie de opinión. Con esta forma de trabajo hay muchos beneficios, porque el intercambio, la posibilidad de preguntar, de profundizar y por lo tanto, de ser parte activa de un proceso, propicia la integración y motivación en la actuación para lograr la consecución del objetivo. Durante el consenso existe la posibilidad de liberar de manera más sana una gama extensa de emociones, aún cuando la decisión final tomada no sea la que creemos o con la que estamos de acuerdo, pero tuvimos la posibilidad de explicar y exponer nuestro punto de vista y criterios, por lo que es el consenso la mejor alternativa en el trabajo de las organizaciones, porque es una decisión donde el equipo ha participado, aunque hay que aclarar que el jefe es quien tiene el peso fundamental y es quien tiene la última palabra, ya que debe ser quien tiene mejor visión, experiencia, intuición y otros atributos, porque si como ya dije no es un proceso de aceptar o rechazar y ni tan siquiera la mayoría tiene que estar de acuerdo, entonces recae sobre el que dirige decidir qué hacer, que si de verdad conoce como dirigir debe tener en cuenta las opiniones expresadas por sus subordinados. Un investigador que trabaja este tema, propone una interesante pregunta que debe hacer el jefe cuando toma la decisión y es ¿Hay alguien que no puede dormir tranquilo hoy si tomamos esta decisión? Con lo que se expresa claramente que como siempre, las emociones están presentes en cada momento de nuestras vidas, aunque parezca que estamos solo ante un proceso racional, como es el voto y el consenso.

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