La virtud: un valor esencial en la vida de José Martí

22 de junio de 2018

Federico Edelman
José Martí, 1896

José Martí destacó la importancia que la virtud fuese uno de los valores esenciales de los seres humanos y en correspondencia con ello trató de influir en sus amigos, colaboradores y otras personas con que se relacionaba para que tuvieran esto en cuenta.

Él aseguró que solo las virtudes producen en los pueblos un bienestar constante y serio.

Los conceptos relacionados con la virtud, la honradez y todo lo asociado con la trascendencia de hacer el bien y ser útil a los demás fueron temas muy tratados por José Martí.

Cuando tenía 22 años, al escribir un trabajo para la Revista Universal de México, puntualizó que era bello que el pueblo tenga absoluto y pleno concepto de su dignidad y de su honra.

Este principio lo planteó en 1875, y más de tres lustros después, cuando se hallaba de lleno en los preparativos de la lucha para lograr la independencia de su tierra, precisó: “El deber del hombre virtuoso no está sólo en el egoísmo de cultivar la virtud en sí, sino que falta a su deber el que descansa mientras la virtud no haya triunfado entre los hombres.”

En múltiples ocasiones Martí expresó el criterio que tenía sobre la virtud y la interrelacionó con la honradez.

En una carta fechada en 1892 expuso al respecto: “La sobriedad es la virtud. El que necesita poco es fácilmente honrado.”

Y al año siguiente Martí también puntualizó refiriéndose a las características de los cubanos: “Hay que crear un pueblo; y hay virtudes con que crearlo.”

Él no sólo se refirió a la significación que le confirió al sentido que un hombre virtuoso debía darle a su vida, sino también trató acerca de esto con sus familiares más allegados.

Precisamente en la última carta que le escribiera a su madre, Doña Leonor Pérez, fechada el 25 de marzo de 1895, señaló: “Usted se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida, y ¿por qué nací yo de usted con una vida que ama el sacrificio? Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil.”

Además en dicha misiva después de hacer una reflexión acerca del sentido que le atribuía a su vida y lo referido al sacrificio le expresó con meridiana certeza que el deber de un hombre era estar donde era más útil.

Una vez más reafirmaba su concepción acerca del sentido que le atribuía a ser útil y por supuesto esto lo interrelacionó con el concepto que tenía sobre el cumplimiento del deber.

Esto fue algo que Martí llevó a la práctica en forma constante.

Mucho antes de hacerle esa íntima confesión a su progenitora, en la dedicatoria que le puso a su hijo en el libro de versos “Ismaelillo”, editado en Nueva York, en el año 1882, Martí había expuesto con precisión el significado que le concediera a la virtud, y a otros valores del ser humano al puntualizar: “Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud.”

Como hombre de gran sencillez Martí igualmente patentizó, en este caso en el año 1894, cómo concebía que debía ser la virtud tanto en los hombres aisladamente como en los pueblos.

Y enfatizó al respecto: “La virtud es callada en los pueblos como en los hombres.”

Más allá de lo detallado en cartas y varios trabajos periodísticos, y en discursos, Martí también en su obra poética destacó la importancia de hacer el bien, de ser útil, de ser honrado y llevar adelante una vida digna.

A manera de ejemplo cito lo que señaló en el vigésimo tercer Verso Sencillo:

Yo quiero salir del mundo

Por la puerta natural:

En un carro de hojas verdes

A morir me han de llevar

No me pongan en lo oscuro

A morir como un traidor:

¡Yo soy bueno, y como bueno

Moriré de cara al sol!

Y en la segunda cuarteta del trigésimo sexto poema de este libro, afirmó:

Cuando al paso de la cruz

El hombre morir resuelve