La vieja “canción de amor” de un viejo grillo
15 de agosto de 2014
|Todo comenzó con el hallazgo de un fósil de grillo por pealeontólogos chinos de la Universidad de Pekín. Este grillo Procede de la Formación Jiulongshan (Jurásico Medio) en la localidad de Daohugou, situada en eI Distrito de Ningcheng, prefectura de la ciudad de Chifeng, Mongolia Interior, China.
Estos Investigadores utilizaron un microscopio óptico para analizar los restos fósiles de ese grillo prehistórico. La pieza era extraordinaria. Tenía tan bien conservadas las alas que los detalles de las estructuras de fricción (aparato estridulador) eran claramente visibles con el microscopio óptico. Nunca antes se había visto algo igual en un insecto fósil. Su análisis por un experto en la evolución de los insectos de la Universidad de Kansas, estableció que se trataba de una nueva especie, que fue bautizada como Archaboilus musicus.
Posteriormente, un grupo de científicos chinos, británicos y estadounidense consiguieron, a partir de ese fósil excepcionalmente conservado, recrear la “canción de amor” de un grillo de hace 165 millones años: reconstruyeron el sonido que emitía este animal para conquistar a las hembras.
¿Cómo lograron esto?
Los especialistas en biomecánica del canto en insectos de la Escuela de Ciencias Biológicas de Bristol en el Reino Unido, examinaron las estructuras de las alas del animal. Las compararon con las de 59 especies de grillos actuales y determinaron que su “canción de amor” estaba formada por frecuencias puras y simples.
La morfología de las alas del insecto permitió reconstruir la canción que emitía. El grillo cantaba en un tono agudo de 6,4kHz y cada llamada duraba 16 milésimas de segundo.
Los investigadores destacaron que, al igual que para los grillos actuales, para A. musicus cantar era clave para atraer a una pareja. Cantar fuerte y claro anuncia la presencia, ubicación y calidad del cantante, un mensaje que las hembras optan por responder o no. Utilizando un solo tono, la llamada del macho llega más lejos y mejor, y, por tanto, es probable que la serenata cautive a más hembras. El inconveniente es que una llamada así también alerta a los predadores.
El análisis paleobioacústico permitió deducir la ecología del insecto extinguido. Que usara sonidos claros y altos, con una única frecuencia, para advertir de su presencia a las hembras, indica que había bastante ruido a su alrededor, por ejemplo, anfibios y cigarras cantando al unísono como en una gran coral. Y al ruido de fondo se sumaban las cascadas, las corrientes de agua y el viento. Además, el tono grave indica que estaba especializado en la comunicación a larga distancia en el bosque jurásico, quizás adaptado a la vida nocturna para huir de predadores diurnos como Archeopterix (un género extinto de aves, que vivió en el Jurásico Superior); pero no puede descartarse que mamíferos insectívoros como Morganucodon (un género extinto de con forma de mamífero parecido a una musaraña, que vivió durante en el período Triásico superior hace unos 205 millones de años en la provincia de Yunnan, China) y Dryolestes, (un género de mamíferos extintos que vivió en el Jurásico), escucharan sus llamadas y los cazaran.
Hoy sabemos, que todas las especies de grillos que usan llamadas musicales son nocturnas. De manera, que éstas canciones eran ya, en el Jurásico, una adaptación a la vida nocturna. Y que nuestro planeta era ya un mundo acústicamente muy rico hace 165 millones de años. Es, por lo tanto, la melodía de A. musicus, la más antigua “canción de amor” conocida.
Recordemos que…”la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla
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