La trascendencia que Martí le concedió a la igualdad de los seres humanos sin distingo de razas
9 de septiembre de 2016
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José Martí le concedió una gran importancia a la igualdad de los seres humanos en sentido general, incluyendo, por supuesto la racial. Se opuso resueltamente al racismo y fustigó la discriminación de los hombres y mujeres por el color de su piel.
Por ejemplo, en un trabajo titulado “Mi raza”, que publicó en Patria el 16 de abril de 1893, expuso que la palabra racista era una palabra confusa y había que ponerla en claro. Señaló, además, que el hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra puesto que según su criterio dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos.
Martí precisó que el negro, por ser negro, no era inferior ni superior a ningún otro hombre y que pecaba por redundante el blanco que dice: mi raza, al igual que pecaba por redundante el negro que hace similar afirmación.
Aseguró en este trabajo que todo lo que divide a los hombres, todo lo que los específica, aparta o acorrala, es un pecado contra la humanidad y de inmediato planteó las siguientes preguntas: “¿A qué blanco sensato le ocurre envanecerse de ser blanco, y qué piensan los negros del blanco, que se envanece de serlo, y cree que tiene derechos especiales por serlo? ¿Qué han de pensar los blancos del negro que se envanece de su color?”
Martí alertó que la insistencia en las divisiones de razas, en las diferencias de razas, de un pueblo naturalmente dividido, era dificultar la ventura pública, y la individual.
Analizó, también, la repercusión negativa que se podía derivar de las actitudes tanto de un racista blanco como de un racista negro y al respecto expuso: “El racista blanco, que le cree a su raza derechos superiores, ¿qué derecho tiene para quejarse del racista negro, que le vea también especialidad a su raza? El racista negro, que ve en la raza un carácter especial, ¿qué derecho tiene para quejarse del racista blanco? El hombre blanco que, por razón de su raza, se cree superior al hombre negro, admite la idea de la raza, y autoriza y provoca al racista negro. El hombre negro que proclama su raza, cuando lo que acaso proclama únicamente en esta forma errónea es la identidad espiritual de todas las razas, autoriza y provoca al racista blanco.”
Martí destacó la importancia que tenía para el desarrollo de una nación y la coexistencia pacífica entre los seres humanos evitar que proliferara el criterio de la división por razas, y la dañida discriminación de los seres humanos por el color de su piel.
Y destacó al respecto: “La paz pide los derechos comunes de la naturaleza; los derechos diferenciales, contrarios a la naturaleza, son enemigos de la paz. El blanco que se aísla, aísla al negro. El negro que se aísla, provoca a aislarse al blanco.”
Después de señalar que en Cuba no había temor alguno a la guerra de razas, fijó un concepto medular al expresar que hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro.
Y seguidamente enfatizó al referirse específicamente a los cubanos: “Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro.”
Recordó como durante la lucha por la independencia de Cuba, iniciada el 10 de octubre de 1868 y que se prolongó durante casi diez años, combatieron con firmeza blancos y negros. Y acerca de ello detalló específicamente: “En los campos de batalla, muriendo por Cuba, han subido juntas por los aires las almas de los blancos y de los negros.”
José Martí también expresó la importancia que tenía que los hombres verdaderos, negros o blancos, se tratarán con lealtad y ternura “por el gusto del mérito y el orgullo de todo lo que honre la tierra en que nacimos.”
Y con respecto a los cubanos, después de reiterar que no habrá nunca guerra de razas, afirmó: “En Cuba hay mucha grandeza, en negros y blancos.”
En relación con la trascendencia que le atribuyera a la igualdad que debe existir entre todos los seres humanos, sin distingo de razas, nivel económico o situación desde el punto de vista social, José Martí se refirió también en otros trabajos que publicó en diferentes etapas de su existencia.
Por ejemplo al respecto detalló en el material identificado como la República Argentina en los Estados Unidos, reflejado en La Nación, de Buenos Aires, el 4 de diciembre de 1887: “Por sobre las razas, que no influyen más que en el carácter, está el espíritu esencial humano que las domina y unifica.”
Él aseguró, además que peca contra la Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de razas y que la igualdad social no es más que el reconocimiento de la equidad visible de la naturaleza.
Y en el trabajo titulado La verdad sobre los Estados Unidos en el periódico Patria, el 23 de marzo de 1894, precisó: “No hay razas: no hay más que modificaciones diversas del hombre, en los detalles de hábito y formas que no les cambian lo idéntico y esencial, según las condiciones de clima e historia en que viva.”
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