La toxicidad del mercurio

21 de noviembre de 2014

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Diana García García

El mercurio es un elemento químico incluido dentro de la categoría de los metales pesados, de color plateado y que a temperatura ambiente es un líquido inodoro.
El mercurio se emplea en la confección de espejos y aunque cada vez con menos frecuencia, también se utiliza en instrumentos de medición, principalmente en los termómetros.
Su uso más antiguo fue el que le diera el primer emperador chino, quien por superstición e ignorancia lo usaba como medicina, aunque solo consiguió deteriorar su salud física y mental en lugar de mejorarla. Las atribuciones mágicas del mercurio fueron infundadas debido a su apariencia liquida y a la vez metálica, semejante al hierro fundido. Sin embargo, lejos de ser un elemento coadyuvante de la buena salud, el mercurio es un elemento sumamente tóxico.
El sistema nervioso es muy sensible a todas las formas de mercurio. El metilmercurio y los vapores de mercurio metálico son más nocivos que otras formas debido a su mayor biodisponibilidad y capacidad de alcanzar al cerebro. La exposición a altos niveles de mercurio metálico, inorgánico u orgánico puede dañar permanentemente el cerebro, los riñones y el feto en desarrollo.
Entre los efectos del mercurio sobre el funcionamiento del cerebro pueden citarse la irritabilidad, la timidez, los temblores, las alteraciones de la visión o la audición y la memoria.
La exposición a corto plazo a altos niveles de vapores de mercurio metálico puede causar graves efectos que incluyen el daño a los pulmones, las náuseas, los vómitos, la diarrea, el aumento de la presión arterial o del ritmo cardíaco, las erupciones en la piel y la irritación ocular.
Cuando la exposición a metilmercurio es alta, los efectos pueden ser más pronunciados, pudiendo aparecer retardo mental y pérdida en la capacidad de coordinación de movimientos. Otros efectos complejos observados en niños cuyas madres fueron expuestas a niveles tóxicos de mercurio durante el embarazo incluyen ceguera, movimientos musculares involuntarios, convulsiones, debilidad muscular e incapacidad para hablar.