La Tarantela y las arañas. Un poco de historia
3 de noviembre de 2017
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Allá por el año 1630, el sacerdote jesuita Athanasius Kircher (1601, Alemania-1680, Roma) estudioso de las costumbre orientales, poliglota y con un conocimiento enciclopédico, llegó a Pouilles (Italia) en uno de sus múltiples viajes de investigación, pues era un empedernido viajero estudioso.
¿Qué motivo esta vez su viaje a esa ciudad italiana? Se contaban numerosas historias acerca de que existía una extraña concatenación entre alguna música que se bailaba en la región y ciertas enfermedades, a su vez relacionadas con el culto a Dioniso (En la mitología clásica, Dioniso es el dios del vino, inspirador de la locura ritual y el éxtasis, y un personaje importante de la mitología griega).
Después de un extenso trabajo de campo, en 1641 publica sus estudios sobre el “tarantismo”, una rara enfermedad provocada por la picadura de una tarántula que causaba un deseo irresistible de bailar y bailar, en un agitado desenfreno.
El sacerdote, creyó haber descubierto un tipo de música que aliviaba los males del “atarantado” o “tarantulado”, permitiendo a los que la escuchaban bailar en trance durante horas o, incluso, días enteros hasta el agotamiento. Una de las letras decía más o menos: “si acaso te pica la tarantela, tendréis que bailarla con una vihuela”.
Pero, ya en fecha tan temprana como 1540, Pedro Mejía (1497-1551) en su tratado “Silva de varia lección” dijo de ellas que “el efecto que hace la música es que el herido comienza a bailar, haciendo diversas mudanzas, como si hubiera empleado toda su vida en aprenderlas, y está así bailando”, normalmente entre tres y cuatro días, “hasta que aquella maldita ponzoña se consume, y gasta con el ejercicio de la música”. Este tratado fue su obra más leída y popular, obtuvo un éxito editorial en toda Europa, de forma que la obra fue ampliada en una segunda edición a finales del mismo año con diez capítulos añadidos a la tercera parte y con una cuarta parte, aparecida en la edición de Valladolid (1551), la última añadida y corregida por el propio Mejía. Se reimprimió 17 veces en el mismo siglo XVI y fue traducida al italiano (1542), al francés (1552) y al inglés (1571). En conjunto, “Silva de varia lección” alcanzó 31 ediciones en español, y 75 en lenguas extranjeras, en el plazo de un siglo. Es una enciclopédica miscelánea, mezcla de materias de los más diversos intereses que supone un repertorio del saber humanístico más ameno de la época.
Así, usando como base argumental todas las historias (pseudocientíficas y científicas) de curación de enfermedades a base de escuchar música, nacieron las primeras “tarantellas” (en italiano), un estilo de música vocal e instrumental italiano del siglo XV al XVII. Esta música aún se interpreta, y baila, en Pouilles, Calabria, Sicilia y en la región de Nápoles.
¿Qué pasó con el sacerdote Kircher? Pues, siguió investigando y al morir, su discípulo Giorgio Baglivi (1668- 1707) continuó con la investigación y enseñanzas de su maestro, estudios que recogió después Felix de Eguia y los publicó bajo el título “Historia de la Tarántula y su mordedura, y cómo la música, saltar y brincar con ella, es su eficaz remedio” (Madrid, 1745).
Otras voces más autorizadas que la de Athanasius Kircher, sostuvieron que el llamado “tarantismo” es una sofisticada forma de histeria, esto fue sugerido por algunos estudios realizados por los investigadores españoles como Manuel Irañeta y Jáuregi, Francisco Xabier Cid, y su obra “Tarantismo observado en España” publicado en 1787.
¿Qué son las “tarantellas”?
Las “tarantellas” son unas danzas vigorosas de tempo muy acelerado, que en algunos casos puede llegar al presto furioso. Marius Schneider (1903-1982, musicólogo alemán) las calificó como “bailes medicinales”.
La tarantela es un baile popular del sur de Italia, de las regiones italianas de Puglia, Basilicata, Calabria, Molise, Campania, Sicilia. Es un baile de origen napolitano que tiene un movimiento muy vivo. En su forma moderna más común, es una danza de galanteo entre parejas con una música en un compás de seis por ocho que va aumentando progresivamente de velocidad y que va acompañada de castañuelas y de panderetas. Tiene dos partes bien diferenciadas: una en tono menor y otra mayor.
Durante la Edad Media, en algunas partes del sur de Italia se creía que bailar el solo de la tarantela curaba un tipo de locura supuestamente producida por la picadura de la mayor araña europea, la araña lobo o tarántula. Sin embargo, el nombre de tarantela proviene de la ciudad italiana de Tarento (en italiano, Taranto).
Las “tarantellas” son, de algún modo, las antecesoras del break dance de nuestras épocas y la antesala de la musicoterapia, una suerte de medicina alternativa muy en boga actualmente. Existe un excelente trabajo de documentación sobre las “tarantellas” españolas publicado en la Revista de Folklore en el año 1986 y escrito por Juan Bautista Varela de Vega. El conjunto francés L´Arpeggiatta, es uno de los grupos musicales que ha logrado recuperar estas pequeñas maravillas de la música popular europea.
¿Qué es el tarantismo o tarantolismo?
El tarantismo o tarantolismo está considerado un fenómeno histérico convulsivo, proveniente de la antigua cultura popular. El tarantismo comportaría una condición de malestar general y una sintomatología psiquiátrica parecida a la epilepsia. Los síntomas serían ofuscamiento del estado de conciencia y turbación emocional. Según los estudiosos, el tarantismo se trata de un fenómeno psicosomático.
¿Qué tienen que ver las arañas en este tipo de enfermedad?
Como he mencionado, la creencia de la Italia meridional era que esta enfermedad la provocaba el mordisco de una araña llamada tarántula (probablemente del nombre de la ciudad de Taranto, en cuyo territorio aún hoy está presente la araña).
Según la leyenda, la tarántula con su mordisco provocaría la crisis histérica, cuyo único remedio sería una danza purificadora: “la taranta”. Una huella de esa consecuencia se puede encontrar hoy en día en el léxico italiano, en una expresión como “Ti ha morso la tarantola?” (¿Te ha mordido la tarántula?) que se utiliza para llamar la atención a una persona especialmente inquieta. En realidad el mordisco de Lycosa tarantula (tarántula europea), a la que se le atribuía el malestar, es inocuo para el hombre, su veneno no causa severos síntomas en seres humanos, mucho menos poner en riesgo la vida.
Lycosa tarantula, es una araña araneomorfa de la familia Lycosidae, originaria del área alrededor de la ciudad italiana de Tarento, Tarentum en la época romana y, debido a las razones históricas y culturales ya señaladas, tiene muy mala reputación.
Los colonizadores del Nuevo Mundo comenzaron a llamar tarántulas a las arañas, mucho más grandes, de las familias americanas Theraphosidae y Dipluridae. En la literatura especializada, tarántula se refiere sólo a éstas últimas y se les llama arañas lobo a los licósidos.
Curiosidad. Se le atribuye a Pirro ((318-272 a. C.), rey de Epiro, haber importado la araña desde su país de origen, norte de Grecia, como una forma de “guerra biológica” en su contienda con los romanos.
Recordemos que “…la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Solo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla.
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