La significación de los trabajos incluidos por José Martí en el tercer número de “La Edad de Oro”
1 de septiembre de 2017
|
En el mes de septiembre de 1889 se editó el tercer número de la revista La Edad de Oro, publicación concebida, creada y elaborada por José Martí dirigida en forma muy especial a los niños.
En esa oportunidad Martí incluyó un extenso trabajo sobre la Exposición de París realizada con motivo del centenario de la Revolución francesa y en la que participaron múltiples países.
Con singular maestría, como si estuviera de modo directo apreciando la citada exposición, Martí fue capaz de describir las características de los pabellones y al referirse a la trascendencia que le atribuía al citado acontecimiento señaló que los pueblos todos del mundo se han juntado y que cien mil visitantes entraban cada día a la exposición.
Comentó que cien años atrás los hombres vivían como esclavos de los reyes y que Francia fue el pueblo bravo, el pueblo que se levantó en defensa de los hombres, el pueblo que le quitó al rey el poder.
Y agregó seguidamente: “Eso era hace cien años, en 1789. Fue como si acabase un mundo y empezara otro.”
También señaló que la Exposición de París se había organizado para celebrar el centenario de tal acontecimiento y atendiendo a ello Francia había hecho una convocatoria a participar en dicha exposición a todos los pueblos del mundo.
Y al respecto precisó: “…eso vamos a ver ahora, como si lo tuviésemos delante de los ojos.”
Y agregó: “Vamos a la Exposición, a esta visita que se están haciendo las razas humanas. Vamos a ver en un mismo jardín los árboles de todos los pueblos de la tierra.”
Éste es el más extenso de los materiales de Martí no sólo de los incluidos en este número sino en las cuatro ediciones de La Edad de Oro.
Este trabajo sobre la Exposición de París abarca más de 20 páginas ya que incluye diversos temas.
Por ejemplo se hizo referencia a la trascendencia de la Revolución Francesa, a lo que se podía ver en la exposición, al Palacio del Trocadero y el Jardín, a la torre Eiffel, el Palacio de las Industrias, el de Bellas Artes y el de Artes Liberales, los pabellones de las repúblicas de Nuestra América, así como los de otros países de diferentes zonas del mundo.
También Martí comentó sobre la presencia de los niños en la exposición e incluso sobre las fuentes luminosas que brillaban de esplendor en horas de la noche.
Este trabajo se encuentra ilustrado por diversos dibujos en los que se reflejan, entre otros aspectos los pabellones de varios países latinoamericanos, la torre Eiffel, la entrada principal, la fantasía árabe, la fuente de la República, los burreros egipcios y las fuentes luminosas.
En dicho trabajo hizo una descripción singular acerca del sitio donde se hallaba montada la gran exposición y también destacó la gran cantidad de entradas que tenía, en total 22.
Señaló más adelante al describir las distintas áreas de la citada exposición que la mayor parte del público se concentraba en la zona donde se hallaba la torre Eiffel a la que calificó como el más alto y atrevido de los monumentos humanos.
Trató con cierta amplitud sobre la historia y características de esta torre, símbolo de la capital francesa.
Manifestó que era como un tejido de hierro y que sin apoyo apenas se había levantado por el aire.
Igualmente en esta edición de la revista La Edad de Oro Martí incluyó el cuento El camarón encantado, fábula creada en 1884 por el francés Edouard René Lefebvre de Laboulaye, jurista, poeta, autor y activista anti-esclavitud, en la que se ofreció una gran enseñanza puesto que se describe como la avaricia desmedida puede conducir a los seres humanos hasta a perder la vida.
También Martí escribió un trabajo sobre el cura español Bartolomé de las Casas y destacó la gran labor realizada por él en defensa de los indios y cómo denunció con vehemencia los atropellos cometidos por los conquistadores europeos contra los primitivos habitantes de las zonas de América en los años iniciales del siglo XVI.
Detalló en una parte del citado trabajo que durante casi cincuenta años luchó para que los indios no fuesen esclavos y que peleó en las Américas, en Madrid y ante el Rey mismo.
Además en este tercer número aparece el cuento en verso titulado Los Zapaticos de rosa. Se destaca el gesto solidario de una niña cuya familia tenía más recursos económicos con una infante enferma y desposeída, al entregarle varios de los objetos que tenía.
Al igual que en las anteriores ediciones, Martí incluyó en esta tercera la sección La última página en la que brindó otros consejos muy importantes para los jóvenes lectores de la citada publicación. Él llegó a exponer: “Las cosas buenas se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar. Se es bueno porque sí; y porque allá adentro se siente como un gusto cuando se ha hecho un bien, o se ha dicho algo útil a los demás.”
De inmediato aseguró: “Eso es mejor que ser príncipe: ser útil.”
Y le hizo el siguiente llamado a los infantes: “Los niños debían echarse a llorar, cuando ha pasado el día sin que aprendan algo nuevo, sin que sirvan de algo.”
Galería de Imágenes
Comentarios