ribbon

La segunda deportación de José Martí a España

20 de septiembre de 2022

|

 

015

 

El 25 de septiembre de 1879 salió José Martí nuevamente de Cuba hacia España en calidad de deportado. Partió en el vapor Alfonso XII.

Se inició así para él una larga ausencia de su tierra natal, ya que no volvería a hallarse en Cuba hasta 1895 cuando retornó por la zona oriental para dar su contribución a la guerra por la independencia.

Desde el 17 de septiembre en Amistad 42 fue Martí detenido cuando almorzaba con el infatigable conspirador por la independencia de Cuba Juan Gualberto Gómez. Ambos resultaron acusados de hallarse implicados en actividades en contra del dominio colonial español en Cuba.

Tras su salida de La Habana Martí llegó a Santander el 11 de octubre de 1879 y después viajó a Madrid donde llegó el 29 de octubre. A diferencia de la anterior ocasión en que estuvo deportado en España, en esa oportunidad su permanencia en la península ibérica fue breve.

A mediados de diciembre, sin que haya podido precisarse el día, se marchó de España y se trasladó a Francia, donde ya estaba el 18 de ese mes, fecha en que asistió a la Fiesta París-Murcia, donde vio actuar a la famosa actriz Sarah Bernhard, a quien admiraba. Dos días después embarcó en el puerto de Le Havre hacia Nueva York, ciudad a la que llegó el 3 de enero de 1880.

En el territorio estadounidense permaneció durante casi 15 años, pues solo en 1881 residió unos meses en Venezuela. En los últimos años de su vida, ya como parte de los preparativos que realizaba para lograr la reanudación de la lucha por la independencia de Cuba, visitó varios países latinoamericanos, particularmente Santo Domingo y Costa Rica, donde respectivamente, se entrevistó con Máximo Gómez y Antonio Maceo.

Como se puede apreciar durante su breve pero fecunda existencia José Martí se vio obligado la mayor parte del tiempo a vivir lejos de Cuba y también separado de sus familiares.

Su primera deportación había ocurrido en 1871 cuando estaba próximo a cumplir 18 años tras haber padecido el presidio político y la realización de trabajo forzado por sus convicciones patrióticas. Entonces tuvo que permanecer en el territorio español durante cuatro años hasta que se trasladó hacia México para reencontrarse con sus padres y hermanas que se habían radicado en dicho país.

Martí no pudo retornar a Cuba de modo oficial, lo hizo en forma clandestina en 1877 durante tan solo unos días, hasta mediados de 1878 después de la conclusión de la guerra de los diez años. Pero muy poco tiempo después de su arribo a La Habana él comenzó a relacionarse con otros patriotas que anhelaban la reanudación de la lucha por la independencia de Cuba.

Fue así cómo él también ofreció su contribución e incluso expuso sus consideraciones al respecto hasta en actos de carácter público en los que llegó a hablar. De inmediato se convirtió en objeto de atención por parte de las autoridades españolas hasta que resultase detenido y alejado de la tierra que lo viera nacer. Pero sus sueños con respecto a Cuba y a su independencia no se extinguieron con la lejanía sino por el contrario se acrecentaron.

Precisamente cuando pudo llegar a los Estados Unidos de América, en enero 1880, de inmediato en un encuentro que sostiene con compatriotas suyos radicados en Nueva York ofrece una conferencia que suele ser identificada como Lectura en Steck Hall en la que aseguró en su parte inicial: “El deber debe cumplirse sencilla y naturalmente.”

También en la citada intervención Martí expuso que ya las armas estaban probadazas y que lo inútil se desechaba y lo aprovechable se utiliza.

Y aseguró: “Ya no se perderá el tiempo en ensayar: se empleará en vencer. Los hijos de los bosques saben ya el árbol que cura, el que alimenta y el que ampara. Las aves en las cuevas han aumentado sus depósitos. La orilla en que se fracasó, se esquiva. Para los corceles, hay nueva yerba. Para sus jinetes, nuevos frutos. Ya se conocen los peligros, y se desdeñan o se evitan. Ya se ve venir a los estorbos. Ya fructifican nuestras miserias, que los errores son una utilísima semilla.”

José Martí sacó lecciones de cómo se había desenvuelto la etapa inicial de la guerra por la independencia de Cuba y llamó a darle continuidad al enfatizar que ya había cesado la “infancia candorosa, para abrir paso a la juventud fuerte y enérgica” y al agregar que “la intuición se ha convertido ya en inteligencia: los niños de la revolución se han hecho hombres.”

Ya a partir del segundo lustro de la década de los años ochenta en el siglo XIX Martí intensificó su labor en lo referido a tratar de reorganizar la guerra independentista.

En tal sentido sostuvo contacto con veteranos luchadores, se relacionó con jóvenes interesados en dar su contribución a la causa de la liberación de Cuba del dominio colonial español, pronunció discursos en veladas y otras actividades, fundó el periódico “Patria”, escribió diversos materiales en la citada publicación en las que explica los objetivos de la guerra y logró la creación del Partido Revolucionario Cubano en el que fue elegido como Delegado, la máxima responsabilidad de dicha organización.

Y más allá de toda esa intensa labor realizada durante años, inmediatamente que se reanudó la guerra en febrero de1895 se trasladó lo más pronto posible hacia Cuba, porque según expresó en la carta dirigida a su amigo dominicano Federico Henríquez y Carvajal, fechada en Montecristi el 25 de marzo de 1895, su responsabilidad comenzaba con la guerra en vez de acabar.

Tas vencer numerosas dificultades pudo llegar al territorio cubano el 11 de abril de 1895, por la oriental zona de Playitas de Cajobabo en unión de Máximo Gómez y un pequeño número de patriotas.

Desde que saliera de Cuba en calidad de deportado, por segunda vez, hacia España el 25 de septiembre de 1879 hasta la fecha que se produjo su reencuentro con su tierra natal, su Cuba querida, habían transcurrido algo más de15 años.

Con particular firmeza en ese momento él fue capaz de enfrentarse a condiciones muy difíciles de vida en el transitar por zonas rurales incluso con el peligro latente de morir en algún enfrentamiento con fuerzas militares españoles.

Así se mantuvo con la misma entereza que lustros atrás encaró la también dura realidad de verse alejado nuevamente de su tierra natal, de sus familiares, incluso de su esposa y su pequeño hijo y de amigos.

Su amor por Cuba, su compromiso con la causa de su independencia siempre le sirvió de motivación para seguir adelante.

Galería de Imágenes

Comentarios