La responsabilidad y las emociones
25 de abril de 2014
|En otras ocasiones he dicho que los seres humanos no somos observadores, ni menos aún, participantes desapasionados del mundo en que vivimos, ni nuestras vidas transcurren paralelas a la vida afectiva. Esto quiere decir, por supuesto, que en todas y cada una de nuestras acciones, de nuestros pensamientos, en fin, de todo lo que hacemos, están presentes las emociones y los sentimientos, pero sucede que en algunas situaciones nos resulta más fácil verlo y en otras nos resulta más difícil, y este es el caso de la responsabilidad, incluso, a veces se cree que la persona -hombre o mujer responsable- debe estar un poco alejado, o por lo menos debe saber reprimir sus emociones para cumplir bien sus responsabilidades. Y me permito decirles que esto es falso, porque lo cierto es que las personas deben ser capaces de manejar adecuadamente sus emociones y encaminarlas para lograr una efectiva empatía que beneficie la adecuada ejecución de la tarea propuesta. Veamos algo que nos ha pasado a todos los que tenemos hijos; el niño o niña se ha portado mal y merece una reprimenda, un castigo, porque tenemos la responsabilidad de educarlos correctamente y si ha trasgredido una regla o ha tenido cualquier comportamiento negativo, es imprescindible corregirlo, pero ¿Qué pasa en ocasiones? Que nos dejamos llevar por el amor, por la lástima y dejamos que el chiquillo se salga con la suya, sin la merecida reprimenda, por lo que no estamos cumpliendo con la responsabilidad educativa de padres, y les digo más; los hijos saben reconocer perfectamente desde muy pequeños las emociones que hacen a los padres incapaces de ejercer su autoridad y se convierten en expertos manipuladores de las emociones, así ponen cara de ángel, lloran, y usan un buen repertorio de instrumentos emocionales con el fin de manejar a los padres, con lo cual se llegará a un resultado educativo desastroso. Es entonces parte de la responsabilidad ser capaz de conocer nuestros estados de ánimos ante las diferentes situaciones y tomar el mando de los mismos, y esto es válido en las diferentes áreas de la vida, por lo que en el ámbito laboral también es menester conocer y manejar conjuntamente responsabilidad y emociones. Así se puede observar que un líder capaz de manejar sus estados de ánimo también es capaz de entender el estado de ánimo de sus subordinados, y de no ser así tienden a tratar a todos de la misma manera (pensando que es lo justo) cuando lo verdaderamente beneficioso es preguntarse cómo es la composición emocional de sus subordinados y porqué tiene dificultad con uno u otro. Ninguna persona es emocionalmente igual a otra, y el conocerse y conocer a los demás le permite al líder mezclar adecuadamente las diferencias y que los subordinados no se sientan intimidados por ejemplo ante un jefe que tiene reacciones coléricas, si previamente éste reconoce que puede tener explosiones de ira, pero sus subordinados ya están advertidos que no es una agresión hacia ellos, sino que simplemente es un estallido que implica una manifestación personal momentánea y que es controlada inmediatamente sin otras consecuencias, o sea que no lleva insultos, menosprecio, ni culpabilización de errores, sino que es una manifestación temperamental que se reorganiza para volver a emprender la tarea en conjunto. Lo mismo puede ser que el líder ante un contratiempo se manifieste desalentado, lo cual puede llevar a que el equipo se inmovilice y se deprima, pero de la misma manera que con el colérico, si hay un conocimiento de estos estados de ánimo, el equipo es capaz de entender que esta reacción afectiva es pasajera y que el jefe después de un período corto viene con nuevos proyectos, porque saben y entienden que es un estado de ánimo que puede parecer desorganizado, pero es la forma peculiar de darse tiempo para la reorganización y regresar al trabajo. Viceversa, o sea, que el jefe reconozca esas reacciones en sus subordinados es igualmente importante, porque podrá manejar de manera efectiva la relación con cada uno de ellos, en equipo y ponerlo en función de las tareas.
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