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La responsabilidad de las emociones

16 de septiembre de 2016

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El asunto sobre la discordancia o concordancia entre las emociones y el raciocinio, o como Goleman le llama “la mente emocional y la mente emocional”, es interminable; o dicho de otra manera: tiene mucha tela por donde cortar porque tiene sus defensores así como sus detractores. Yo me coloco entre los defensores y es por eso que trabajo, estudio, investigo, doy clases y también escribo este espacio sobre la inteligencia emocional.
De este debate tan interesante hoy les propongo la relación entre una cualidad humana muy importante como la responsabilidad y las emociones, por lo que la pregunta es ¿cómo influyen las emociones en las conductas responsables de la personas? No tengo que extenderme mucho en explicar el valor que tiene la responsabilidad en la vida de todos nosotros, ya que desde pequeños una frase que nuestros padres nos dicen “tienes que ser responsable por… el orden de tu habitación; hacer tus tareas; cruzar la calle; cuidar de tu hermano más pequeño; estudiar; escoger amigos; pareja; etc”.
Así en la medida que vamos creciendo las responsabilidades se van complejizando, haciendo más diversas y por supuesto que la irresponsabilidad tiene consecuencias más graves. Ahora bien, no basta con saber conscientemente que tengo que tener una actitud responsable ante las mil y una situaciones en la vida. No me cabe dudas de que para poder asumir responsablemente, por ejemplo, los estudios universitarios, las emociones tienen un papel relevante; porque las emociones positivas, o sea, sentir agrado, felicidad, estar contento al levantarme por la mañana para ir a la universidad significa –consciente o inconscientemente– que me gusta lo que estoy estudiando y eso promueve una conducta responsable en las diferentes acciones y tareas que llevan estos estudios, por lo que voy a tener claro los horarios de clases, el estudio independiente, fecha de actividades evaluadas, los libros, etc. Sin embargo, si me siento cansada, desganada, triste, molesta, ansiosa, enojada cada mañana, son señales emocionales inequívocas de que no estoy en disposición de actuar responsable ante las actividades propias de mi condición de estudiante, por lo que es seguro el fracaso.
Pero no voy a ser tan absoluta, pues puede que situaciones particulares, acontecimientos críticos hace que tengamos emociones negativas y no por eso nos volvemos irresponsables, sino que somos humanos y nos afecta una mala noticia, un examen suspenso, una discusión familiar, y eso no significa que una cualidad como la responsabilidad se vaya por el tragante, sino que la persona tiene que ser capaz de manejar estas emociones negativas para no dejar de cumplir con las responsabilidades que ha asumido. ¿Recuerdan esta frase que repito con mucha frecuencia? Manejar emociones, significa que la persona es capaz de reconocer lo que le está pasando y afrontar la situación con determinados recursos que se aprenden como parte de la asunción de la responsabilidad. Puedo poner ejemplos que le han pasado a muchos y es que muere un familiar cercano y muy querido, y el dolor es grande y muy lícito, ya que sufrir por una pérdida es una actitud sana, sin embargo, los niños (hablo como madre) tienen que ir a la escuela, comer, hacer tareas, y por mucho trabajo que nos cueste hay que seguir con las responsabilidades de madre; aunque también es humano e inteligente pedir ayuda para no desplomarnos, lo repito, manejar las emociones. Tal vez pido ayuda a mi madre o pido unos días en el trabajo, ya que con todo no puedo, y es una forma inteligente de no fracasar en todas las esferas de la vida, ya que creerse ser un super humano no es una buena actitud, sino un camino muy corto para el fracaso.
Lo malo, lo patológico, y es una aviso lumínico de que hace falta ayuda profesional es que las emociones negativas nos atrapen en una red de acero y no seamos capaces de ser responsables con las tareas que asumimos, desplomándonos y, al fin y al cabo, nos está diciendo que esa persona no tiene una buen equilibrio entre sus emociones y el raciocinio, por lo que tiene mucho que aprender, tenga la edad que tenga, que nunca es tarde para mejorar.

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