La responsabilidad de enseñar
5 de abril de 2013
|Fotos: Cortesía del artista
Durante el pasado año el artista de la plástica Pedro Pulido, jefe de la cátedra de dibujo de la Academia de Artes de San Alejandro, visitó (en dos oportunidades) la ciudad norteamericana de Chicago y allí realizó cuatro exposiciones, recibió una importante distinción que concede el estado de Illinois, y fue invitado (el próximo año) a impartir una conferencia durante un evento académico auspiciado por la Sociedad Teosófica.
Sobre estos temas conversamos para el espacio “Luces y sombras” con el destacado creador, que tiene una sólida y reconocida carrera como escultor y quien se confiesa un “apasionado de la enseñanza”.
“La invitación surge por una galería llamada Callesy sueños que dirige la mexicana Cristina Obregón y que da cabida, fundamentalmente, al arte latino. Esa muestra me abrió las puertas para realizar otras tres exposiciones. En Chicago los veranos son breves, pero de altísimas temperaturas y los inviernos muy largos y tremendamente fríos. Siempre me he enfrentado a los grandes bloques de piedra, pero realmente como pintor no tengo una carrera extensa, soy más bien eso que se denomina “pintor de sábado”. Ese clima me obligó a estar recogido en la casa y comencé a pintar diariamente y de manera intensa durante tres meses.
¿Sobre qué temática?
Partía de una abstracción y a partir de ahí realizaba alguna figuración —igual que cuando los niños pequeños buscan formas en las nubes—; esas imágenes tenían que ver con Cuba, con mi cultura y también los temas que habitualmente trabajo.
¿Cuáles son esos temas?
Organicé el trabajo a partir de series. Las esculturas que estoy haciendo en los últimos años son funcionales y de temas eróticos y esa misma temática la llevé al plano bidimensional y, también, el tema de las religiones de origen africano. La obra que exhibí en el Museo de la Africanidad —Dusable— de Chicago se centró en esa temática y la realicé gracias a una invitación de su director, Andrés Guichard. Esta muestra fue muy bien acogida. Hay una anécdota muy interesante que tiene que ver con esta recurrencia de imágenes encontradas a través de la abstracción: a la inauguración asistió una señora, que no conocía, vestida exactamente con los mismos colores de una de las obras; en las palabras de inauguración decía que lo que me conectaba era la espiritualidad y, de repente, veo frente a mí a esa mujer vestida igual que uno de los cuadros ¡fue impresionante para todos!
Fueron cuatro exposiciones…
En solo tres meses. Fue algo milagroso. El mundo de las artes no funciona de esa manera, sino que un galerista te conoce, te tantea, valora tu obra, te hace una propuesta y te invita para el año próximo para tener tiempo de preparar la exposición y crear la obra.
Y lo que más me sorprende es que tú eres, esencialmente, escultor.
Francamente lo que me motivó y, casi, me obligó a refugiarme en la pintura, fue el crudo invierno. Y es que no estoy acostumbrado a estar encerrado entre cuatro paredes y aquí, en Cuba, siempre estoy rodeado de mucha gente. Creo que la distancia y la soledad, también contribuyeron. Fue una evasión.
¿En qué formato trabajaste la obra?
Hice unos cuarenta y cinco cuadros de treinta pulgadas por veinticinco, pero como provengo del mundo del volumen, esas obras tenían adicionadas algunos elementos que la convertían en instalación e, incuso, los bastidores los hacía yo mismo con el objetivo de buscar profundidad: agregué algunos caracoles, como el cauri, cadenas, llaves, etc. Hay otro grupo de cuadros, en tela, con formatos mayores de dos metros por metro y medio.
Chicago tiene fama de ser una ciudad donde confluyen muchas culturas ¿cómo se sintió un cubano en medio de ese contexto?
En la zona más céntrica de Chicago uno siente que se hablan muchas lenguas aunque, obviamente, el inglés es la principal. Sin embargo, hay barrios es los que se habla español y en Plzeň, por ejemplo, se escucha el idioma checo y polaco; también en esos barrios viven muchos mexicanos y dominicanos. Hay otro barrio, que se llama La California, habitado por una gran cantidad de puertorriqueños.
El estado de Illinois te hizo un reconocimiento sorpresivo.
Ese reconocimiento se lo debo al director de la Galería Swan, de Illinois, quien convocó aun grupo de creadores latinos —músicos, bailarines y artistas de la plástica— para que presentaran su currículo. Fui seleccionado para exponer y el estado de Illinois decidió concederme el Distinguished Artist Award, que es el homólogo al la Distinción por la Cultura Cubana, que me fue conferida en Cuba hace unos años. Fue uno de los acontecimientos más sorprendentes de esta última visita a Estados Unidos y siento que esta distinción no es a mi persona sino al arte cubano.
En 2014 la Sociedad Teosófica de Chicago te ha invitado.
Batirse durante tantos años con los grandes bloques de mármol me ha provocado serios problemas en el sistema óseo y me recomendaron tener cerca una piedra, que dicen es de un meteorito que cayó en el Río Ganges, de la India. Fui a una tienda que está fuera del centro de la ciudad y que vende objetos hindúes. Al salir de la tienda fui a la Sociedad Teosófica que está enclavada en un hermosísimo palacio y al llegar a la biblioteca una muchacha se nos acerca y me pregunta: ¿usted es cubano? Y así comenzamos a conversar. Cuando se entera que soy artista de la plástica y conoce el proyecto comunitario que desarrollo en Cuba, me invitó a impartir una clase de artes plásticas con niños de primaria. Todo se organizó y estuve trabajando con un grupo de niños durante dos días y dos noches. Hace unos tres años, en Viena, tuve una experiencia similar con niños austriacos y como la comunicación mediante el idioma alemán, era imposible, se me ocurrió hacer unas pancartas en las que se explicaba a través de ilustraciones los pasos a seguir para realizar un taller de máscaras en cerámica.
Antes de comenzar el taller, sugerí hacer una especie de relajación y, verdaderamente, fue un éxito. Ahora en Chicago retomé esa experiencia y denominamos el proyecto “Meditación activa” porque luego de la relajación, inmediatamente comenzábamos a moldear y a pintar. Hicimos unos pájaros de cerámica ¡hermosísimos! que podían ser colgados y, luego de realizados, fuimos a los árboles que rodean la Sociedad y allí los depositamos. En el 2014 la Sociedad Teosófica de Chicago realizará un encuentro académico con profesores de arte y fui invitado a participar en representación de Cuba. Tengo que preparar una ponencia relacionada con el proyecto comunitario que desarrollo aquí.
Tu proyecto socio cultural comunitario, que se llama CintioVitier y que desarrollas en una zona del Vedado capitalino, está cambiando el entorno en que habitas; hace muy poco nació un mural con la figura de José Martí, pero muy contemporáneo…
Hace once años, dos padres, que son vecinos, se me acercaron pidiéndome que en la temporada de vacaciones les diera unas clases a sus hijos. Reuní a unos cuantos más y, cuando concluyeron las vacaciones todos quisieron continuar y eso no ha parado hasta hoy. Cuando un niño se inclina por las artes el círculo en que se mueve —que incluye a la familia—, comienza a transformarse. Se ven involucrados los padres, los abuelos, los hermanitos y los vecinos. Desde Alamar vienen niños a participar en el taller.
¿Qué te aporta este trabajo?
Solamente felicidad porque es gratuito y los materiales los pongo yo. Mi proyecto es muy martiano y le pusimos “CintioVitier” porque ese intelectual nos develó un Martí muy amplio. Lamentablemente al apóstol se le ha encerrado en algunos esquemas y todos tenemos la responsabilidad de estudiar su pensamiento. Me duele decir que no conocemos a Martí y Cinto, desde su obra, contribuyo a ofrecernos una visión humanista de nuestro Héroe Nacional. Hay un principio martiano que habla sobre la responsabilidad de enseñar y lo que hago es devolver lo que me han dado: siento que con mi proyecto pago lo que he recibido.
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