La realidad de un charanguero (III)

5 de diciembre de 2023

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Para 1929, Loyola pasó como alumno de solfeo con Roberto Frías, y la flauta con Dagoberto Jiménez. Desde esta perspectiva, definió que el piano era la base armónica en una charanga, y la flauta era un instrumento melódico y solista, pero además, a precisar qué era un “guajeo”.

Como se podrá a preciar, fueron muchos los avatares padecidos por Loyola, solo el interés y el estudio, contribuyeron a que el humilde panadero, alcanzara a estar entre los grandes flautistas que contribuyeron a que la charanga a la francesa, llegara a ser una de las principales interpretes del danzón y otras variantes genéricas.

En 1926, Efraín Loyola comienza a desempeñarse de manera discreta, en la Banda de Bomberos de Cienfuegos, bajo la dirección del maestro Digest. En ese mismo año, junto a un grupo de amigos, funda el sexteto sonero Los Naranjos, donde se desempeña como cantante y clavero. Esta agrupación fue llamada así por hacer las prácticas bajo un árbol de naranjos.[1]

Andando el tiempo, este sexteto, seguidora del sexteto Habanero, llegó a cristalizar un concepto de ensamble de primer nivel.

Para el año 1937, Loyola ingresa en la Banda Municipal de Cienfuegos, espacio en el que desempeñó toda su vida. Cumpliendo con estas labores, en ocasiones, simultaneaba con la orquesta de Antonio María Romeu empleando la flauta. Posteriormente, pasó a la orquesta de Dagoberto Jiménez, para entonces, dirigida por Tomasita La O, con la que estrenó su primera composición titulada Lluvia de amores.

Para 1938[2] ocasionalmente hizo algunas incursiones por la ciudad de La Habana, haciendo suplencias en las orquestas de Pedrito Calvo (padre), Paulín, Alfaro Pérez, Rodolfo Reina, Joseíto Fernández, y fugaces suplencias en Anacaona. Pasando un tiempo, se le pudo ver actuando en Radio Progreso y en RHC Cadena Azul, en la programación en vivo de estas plantas radiales.