La plazuela de San Juan de Dios. Sus orígenes
4 de octubre de 2018
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La Plazuela o Parque de San Juan de Dios o de Cervantes, como también se conoce, está delimitada por las calles Empedrado, Aguiar, Habana y San Juan de Dios. Se formó sobre el solar donde estuvo el hospital de igual nombre construido a inicios del siglo XVII y administrado por la congregación hospitalaria de San Juan de Dios, hasta 1797 en que pasó a una administración civil. Su iglesia anexa se erigió en la esquina de Aguiar y Empedrado en la que poseía una torre de tres cuerpos y era de una sola nave, orientada de este a oeste. A esta esquina se le llamó en un tiempo de la Pila por una fuente pública que hubo delante de la iglesia hacia 1804.
Con el tiempo el hospital se hizo pequeño al recibir enfermos, tanto civiles como militares, y convertirse asimismo en refugio de pobres. Llegó a reconocerse por sus precarias condiciones higiénicas, por lo que muchas personas evitaban acercarse a la edificación. Cirilo Villaverde, en su novela Cecilia Valdés o La Loma del Ángel, asevera este hecho cuando describe: “Por las altas y cuadradas ventanas, siempre deja salir el vaho caliente de los enfermos”.
En 1861 el hospital fue cerrado a causa de un derrumbe y demolido finalmente en 1879. La existencia de nuevas instituciones de salud echó por tierra la idea de su reconstrucción. En su lugar se erigió una plaza abierta la que, presumiblemente durante el período de intervención norteamericana, fue convertida en parque urbano conservando su antiguo nombre.
Hacia los años de 1880 rodeaban la plazuela gabinetes de dentistas y abogados; una casa de huéspedes –donde vivió un tiempo el poeta Julián del Casal–; la sede del Gobierno Civil así como el Palacio de la Diputación Provincial. Igualmente, en la esquina de Empedrado y Aguiar se hallaba el café El Boulevard y hasta una funeraria en la intersección de Aguiar y San Juan de Dios. En esta última hacían parada final los carritos urbanos de caballos de las líneas del Cerro y Jesús del Monte.
El nuevo diseño de la plazuela a finales del siglo XIX se formó trazando caminos a las calles que la conforman, propiciando así el tránsito y delimitando con ello espacios verdes rodeados en su perímetro por bancos corridos.
A inicios del siglo XX los habaneros prefieren la farmacia El Amparo, de Anselmo Castell, y los servicios de compañías como El Iris, ambas ubicadas en Empedrado.
En 1 de noviembre 1908 se develó en su centro la estatua de don Miguel de Cervantes y Saavedra, realizada en mármol blanco de Carrara por el escultor italiano Carlos Nicoli. Fue erigida a propuesta del periodista Aurelio Ramos Merlo, quien contó con el apoyo del Gobierno Provincial de La Habana, la Lonja de Comercio y diferentes órganos de prensa como el Diario de la Marina que aportó los fondos que faltaban para completar el importe total de la obra, cuyo fondo se había iniciado con una colecta pública. La suma ascendió a 5 000 pesos oro español. La estatua fue develada por Margot de Cárdenas, hija del entonces Alcalde Municipal de La Habana, Julio de Cárdenas, quien residía en una esquina de la propia plazuela, en San Juan de Dios y Habana. El discurso inaugural fue pronunciado por el Dr. Alfredo Zayas, a la sazón Concejal de La Habana y Subsecretario de Justicia, reconocido también como literato, y quien fuera luego Presidente de la República entre 1921 y 1925. Los diarios de la época destacan también la presencia de Charles Magoon, gobernador de la Isla durante el segundo período de intervención norteamericano (1906-1909). A partir de ese momento tomó el nombre de Parque Cervantes. Cada 23 de abril, Día del Idioma, instituciones culturales y sociedades españolas depositan ofrendas florales al pie del monumento.
Con frente a la calle Aguiar una pequeña tarja recuerda la existencia en el lugar del viejo hospital de San Juan de Dios. Sin embargo, una huella más fuerte a escala urbana evoca su presencia desde épocas tempranas: el ensanche de la calle Empedrado en la intersección con Aguiar.
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