La patrona del tabaco
16 de abril de 2020
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En la época de la colonia y más allá, las invocaciones para destacar alguna actividad o sitio geográfico, adquirían una connotación religiosa que los hacía acreedores de probables bendiciones. Por esta ruta vinieron las santas y santos y patrones de sitios puntuales. De cerca tenemos muchos, tales como San Cristóbal de La Habana, San Isidoro de Holguín, Nuestra Señora de la Merced en Quiebra Hacha, San Joaquín en el San Luís santiaguero y decenas y decenas más. Y poco a poco, todo tipo de actividades también tuvieron sus patronatos religiosos, al extremo que surgieron aquellos defensores de las causas imposibles, como Santa Rita de Casia y San Judas Tadeo.
Dicho esto, no es raro que también haya nacido la necesidad de gestionar a través del ritual piadoso correspondiente, una solicitud de nombrar un protector o protectora para el tabaco. Y como históricamente ha sucedido con las cosas del tabaco, la raíz del suceso tuvo lugar dentro de las fronteras geográficas del archipiélago cubano, y así mismo, es de alguna forma comprensible, la primicia floreció en la mítica región de Vuelta Abajo. Un lugar impar, privilegiado, capaz con su clima y su suelo únicos, producir todas las hojas necesarias para la elaboración de un puro habano y de entregarse en un producto insuperable, el cual no ha habido manera posible de reproducirlo en ninguna parte del planeta. Cinco tipos de hojas de tabaco son necesarias para confeccionar un habano. Los tabaqueros cubanos afirman que solamente Vuelta Abajo es capaz de producirlas.
Corría la década de los años cuarenta del anterior siglo XX, el país sufría una crisis severa de la cual no escapaba la agricultura e industria tabacaleras repercutiendo de manera especial entre los cultivadores de tabaco. La miseria se enseñoreaba entre los pobladores de Mantua que practicaban el cultivo de la aromática hoja. El gobierno de turno fijó un irrisorio precio mínimo del quintal del producto y los grandes magnates del ramo hicieron más difícil las cosas al tomar represalias con los campesinos. El 5 de mayo de 1947, durante la festividad de su patrona local, Nuestra Señora de las Nieves, los afectados apoyados por otras capas de la población también perjudicadas indirectamente, le imploraron que acudiera en auxilio y que el tabaco se vendiera como era debido. Al culminar el mes del ruego, el tabaco se vendió satisfactoriamente lo que provocó que se organizara un Te Deum en acción de gracias.
Más allá del ritual de agradecimiento citado, los ciudadanos convencidos que la protectora del pueblo había intercedido para que se desarrollara exitosamente la operación comercial, solicitaron al Obispo de la diócesis de Pinar del Río que esta figura religiosa fuera declarada Patrona del Tabaco. Y aunque la solicitud formal no prosperó, la creencia tomó curso y se comenzó a tratar a la deidad como la benefactora del tabaco y de los tabaqueros. No faltó la medalla con la imagen de la virgen, el lugar de veneración y el calificativo correspondiente se estableció de manera extraoficial en el imaginario popular. Tampoco faltó la correspondiente estampita religiosa de la figura, una ilustración de una planta de tabaco en flor y la fecha del 10 de abril de 1947, lo que en rigor demuestra que la devoción antecedía al día 5 de mayo cuando se efectuó la procesión.
En la década de los cincuenta, una modesta publicación pinareña denominada Gaceta Tabacalera, mantuvo una sostenida campaña desde sus páginas a favor de la solicitud de formalidad para esta advocación religiosa sin lograr tampoco su objetivo.
Se conoce que actualmente es venerada en casi todo Vuelta Abajo, para lo cual se han construido pequeñas ermitas reverenciadoras de su culto. Se afirma que entre sus seguidores estuvo el legendario cosechero tabacalero Alejandro Robaina. Es también conocido que el rito de su culto se celebra también en la parroquia de San Francisco de Paula en La Habana, debido a su introducción por el fallecido sacerdote Alfredo LLaguno Canals, natural de Mantua.
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