La nostalgia

3 de enero de 2014

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Raúl Fuillerat Alfonso

Según el diccionario de la Encarta 2004, se dice que la nostalgia viene del griego vóotoc, que significa ´regreso´, pero además señala que es la pena por verse ausente de un lugar, por ejemplo la patria donde nacimos, el barrio donde crecimos, la escuela donde estudiamos, o por algún afecto personal, amigos, parejas, padres, vecinos, colegas etc. También se puede sentir nostalgia por un objeto muy apreciado o por alguna circunstancia vivida que haya tenido significado en nuestra vida.
Precisamente se dice que la nostalgia es la tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.
Realmente, la nostalgia siempre la situamos en el ayer porque su esencia se encuentra en la añoranza por algo sucedido ayer, y por supuesto, positivo, porque de no ser una experiencia positiva, ya no hay nostalgia por ella, por el contrario, cuando se piensa en esos momentos terribles del ayer, pues son recuerdos desagradables, tristes, de los cuales casi siempre tratamos de escapar.
En la viña del señor hay de todo, sentencia la célebre frase, y por supuesto, hay extremos, aquellos que borran para siempre su pasado, aunque sean vivencias positivas, y los que viven aferrados a ese pasado, que fue bueno, importante, o positivo en aquel momento, pero que en la actualidad ya no lo es.
Muchas veces, acudimos a la nostalgia, y en esos recuerdos por los buenos momentos del ayer, podemos encontrar explicaciones a muchos problemas y conflictos de hoy, porque el pasado, siempre nos deja enseñanzas, creencias, saberes, y sobre todo, experiencias de mucha utilidad en la continuidad de la vida de cada cual.
La nostalgia existe y es una peculiaridad de los humanos, y nadie está apto de no sentirla, sea disfrutándola o padeciéndola. Es precisamente, volver, regresar a los momentos agradables que se vivieron, pero sobre todo, saber encontrar en esas vivencias pasadas todo lo positivo que nos dejó en el transcurso de nuestras vidas.
La positividad o no de la nostalgia, depende por supuesto en primer orden de la personalidad de cada uno, y esta depende de la historia individual de cada cual, y del nivel de auto conocimiento, autonomía, estabilidad emocional alcanzados y  donde interviene, decididamente, no solo el cociente de inteligencia, sino la inteligencia emocional, la afectividad, y el nivel de desarrollo de sus capacidades, creatividad y formación de valores.
La nostalgia la buscamos en muchas de las actividades cotidianas de los humanos, entre las que se destacan, lugares, objetos, la música, la poesía, un texto, un libro, una película o cualquier material audio visual, donde se incluyen fotos, kinescopios, videos y ya, van formando parte de nuestras nostalgias los grandes adelantos tecnológicos, como el DVD, las cámaras digitales etc.
Los humanos debemos vivir siempre en presente, en busca o en el perfeccionamiento del futuro, pero muchas veces encontramos la fuente de motivación en el pasado, al cual debemos viajar casi siempre sobre la base o con la presencia de la nostalgia. No creo que exista un solo ser humano, que no tenga un solo motivo, aunque sea uno, que le proporcione vivencias positivas, que a su vez le puedan hacer disfrutar de los aspectos o del matiz mas positivo de la tan llevada y traída nostalgia.
La actitud pesimista u optimista, determina  por supuesto también en que la nostalgia pueda crear alteraciones en nuestro equilibrio emocional, y por supuesto la labilidad afectiva del sujeto que se la auto provoca.
La nostalgia, finalmente, no consideramos que pueda traer problemas de desequilibrio en las personas, depende de la individualidad de cada cual, de la auto percepción, del momento, de la dosis con que la emplea en su presente y en la conformación de su futuro. Contrariamente, detenerse y negarse a los cambios sobre la justificación de la nostalgia y aquella sentencia de que “Todo tiempo pasado fue mejor”, es un error que puede obstaculizar en gran medida el desarrollo individual de cada cual, y sobre todo, acortar la vida, esa que hemos sentenciado en más de una ocasión que es demasiado corta, para hacerla tan pequeña.