La música en la radio (VII)
22 de agosto de 2017
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Hoy día, la música en la radio se utiliza como parte de la dramaturgia de cada programa, ya sea musical o no, pues hasta los espacios informativos la incorporan en determinados momentos; y lo mismo sucede con los deportivos. En los documentales, las series, las novelas, y otros espacios dramatizados, la presencia de la música es indispensable. Pero no siempre fue así. Veamos.
Según afirma Oscar Luis López en su libro “La radio en Cuba”, el ingeniero Frank Conrad fue quien, en 1920, lanzó al aire el primer programa musical, por medio de discos fonográficos, en KDKA de Pittsburg. Se puede decir que este fue el nacimiento de lo que hoy llamamos “Discotecas”. Dos años después, Cuba alterna el disco y los rollos de pianolas, con la programación en vivo de solistas acompañados de piano o guitarra, y cuando los micrófonos y la acústica del lugar lo permitieron, empezaron a programarse desde dúos hasta orquestas. También se realizaron controles remotos de revistas musicales, programas cómico-musicales y grabación de discos de géneros variados.
¿Se ha preguntado alguna vez, cómo se grababan los discos cuando no existían las empresas dedicadas a este fin? Pues déjeme decirle que la RCA Víctor lo hacía en los estudios de la CMQ, que en sus inicios se encontraba en Monte y Prado y después pasó a Radio Centro.
Es difícil imaginar cómo se realizaba un programa musical con público al estilo de “Alegrías de sobremesa” en los primeros tiempos de la radio en nuestro país, pero el cubano siempre ha tenido iniciativas sorprendentes y según he podido comprobar, se iluminaba el estudio con luces de colores, se dejaba a oscuras la parte donde estaba el público, y con una pizarra instalada en la cabina, el director manejaba la iluminación. Sí, porque eran tiempos del denominado “hombre-radio”, cuando una sola persona lo hacía todo, porque no existían escuelas donde se formaran los diferentes especialistas, ni siquiera los actores. Sin embargo, todo funcionaba muy bien, gracias al amor profesional de cada uno de ellos, algo que en nuestros días, a pesar de la formación académica de todos, no siempre existe.
Respecto a la música en función dramática, se introdujo por primera vez en el espacio “La Hora Múltiple”, aunque solamente en la presentación y la despedida; pero fue Alejo Carpentier quien, en 1933, le dio su verdadera utilización, gracias a la escuela radiofónica francesa de quien fuera su maestro: Paul Deharme. Ese mismo año, el autor de “El Siglo de las Luces”, con una acertada visión de futuro expresó: “Urge crear un arte radiofónico, una preceptiva de la radio, del mismo modo que existe un arte poético y una preceptiva literaria”.
Cuando Carpentier llegó a Cuba, puso en práctica el método aplicado por Deharme en noticias periodísticas, para toda la programación radiofónica, muchas de cuyas enseñanzas, aunque con algunas variantes, mantiene su vigencia. Y hay algo que no debemos olvidar: sus conocimientos musicales le permitían utilizar obras autores contemporáneos de entonces, como Heitor Villa-Lobos y Amadeo Roldán, en sus creaciones para la radio, algo que, lo mismo que sucede con los dibujos animados de Walt Disney, funciona como mensaje subliminal y es muy efectivo para ampliar el espectro sonoro de los radioyentes.
En este comentario no puedo dejar de mencionar a Justo Rodríguez Santos quien, haciendo un alarde de técnica, suprimió toda la música y la sustituyó por efectos y ambientes sonoros en un espacio que se llamaba: “Teatro Experimental del Aire”. Hoy día, esos elementos, junto con la música, están presentes en todos los programas dramatizados de la radio aunque no siempre se utilizan de la manera adecuada, pues cuando existen diálogos, por ejemplo, el sonido no puede estar en primer plano.
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