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La música en La Habana del sigo XIX (I)

19 de diciembre de 2018

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Hace poco tiempo hice un recorrido por lo que sucedía en Cuba con la música hasta el siglo XVIII. Hoy comentaré lo que caracterizó a La Habana en ese arte, en la centuria siguiente.

Como usted sabe, La Habana alcanzó tal desarrollo que se convirtió en la capital del país, y el arte musical contó con numerosas manifestaciones que hasta ese momento eran desconocidas; además, proliferaron las agrupaciones de cámara,  las representaciones teatrales, las academias de música, y la ópera despertó tal interés, que su influencia invadió el gusto por algo más de un siglo. Al mismo tiempo, la música popular iba sufriendo transformaciones en busca de un acento nacional. Veamos cómo sucedieron las cosas.

Al iniciarse el siglo XIX, había gran escepticismo ante las manifestaciones artísticas por parte de la burguesía criolla, sin embargo, muchos padres llevaban a sus hijos a espectáculos públicos, al tiempo que los educaban en las más estrictas normas de enseñanzas donde la moral y los criterios cerrados habían sido heredados de la Madre Patria. Es decir, en la generación, más joven los intereses estaban mezclados.

En la primera mitad de esa centuria, ya se realizaban veladas filarmónicas en casa de don José María Peñalver, un aficionado a la música, donde se dieron a conocer intérpretes del clave, el arpa, y otros instrumentos llegados recientemente al país, quienes ofrecían obras de Mozart, Haydn, Pleyel, Pergolesi… Nacía así el amor por los conciertos y, en particular, por la música de cámara. Por otra parte, en Semana Santa se escuchaba el “Stabat Mater” de Pergolesi interpretado por un conjunto de aficionados en el salón de unas señoritas Sollozo; pero parece que dejaban mucho que desear, porque dieron lugar a una cuarteta bastante irónica. Ya en 1812,  surgió el primer periódico musical: “El Filarmónico Mensual”, en cuyo primer número se incluyó “una cartilla de principios para aprender el arte de la música”, aunque desde hacía nueve años el editor de música Anselmo López, publicó la contradanza “San Pascual Bailón”y la guaracha “El Sungambelo”. Es importante destacar el interés que despertó la romanza sentimental, muy de moda en París, que inspiró obras cubanas como “La bayamesa”, canción patriótica de Castillo, Céspedes y  Fornaris. Por otra parte, cuando en 1929  se fundó el periódico: “La Moda o el recreo semana del bello sexo”, se ofrecían sólo dos tipos de música local: la contradanza y la canción, que entonces hicieron su entrada en las residencias burguesas.

En cuanto a la enseñanza musical, la primera academia se creó en 1814, en casa de don Antonio Coelho y, dos años después se fundó la Academia de Santa Cecilia. Al mismo tiempo, continuaban llegando nuevos instrumentos musicales. Todo eso favoreció la contratación de profesores, la creación de sociedades y publicaciones y, por supuesto, el comercio  de instrumentos. Según se afirma, en los años 20 del siglo XIX, existía en el cafetal de Angerona, una orquesta de 40 negros, formados e instruidos por un maestro habanero cuyas clases fueron costeadas por el amo.

En 1810, había llegado a La Habana una compañía española que actuó durante más de veinte años, y entre sus actores estaba el cubano Francisco Covarrubias, creador del teatro bufo cubano. Esta compañía dio gran impulso a la tonadilla escénica y al sainete, pero con aires renovados, e incluyó gran número de óperas españolas que a la mayoría del púbico no les resultaron atractivas.

En mi próximo comentario, continuaré hablando sobre el tema.

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