ribbon

La música en Cuba durante la conquista (III)

8 de noviembre de 2018

|

 

Brindis de salas

Brindis de Salas

 

Ya usted sabe que en la música cubana no hay tradición aborigen; que los conquistadores españoles impusieron la suya; que nuestro primer músico y maestro de capilla fue Miguel de Velázquez; y que mientras en la iglesia se escuchaban los cantos de la religión católica, en la calle sonaba una música profana (española) entre cuyos géneros estaba el romance, que luego pasó al cancionero infantil de nuestro país –aunque con sus lógicas modificaciones– y ha llegado hasta nuestros días, y fue cantado por nuestros campesinos, con textos creados por ellos de acuerdo a sus vivencias. Hay un detalle muy significativo citado por Alejo Carpentier en “La música en Cuba” donde él dice: “…la música que correspondía a los dos primeros incisos de La Guantanamera no era otra que la del viejísimo romance de Gerineldo, en su versión extremeña”. Pero no puedo opinar sobre esto, porque desconozco esa obra.

Aunque el villancico, surgido en el siglo XIII, no es de origen religioso, la iglesia católica lo asumió como parte de las celebraciones navideñas, y fue traído por los conquistadores. Su tradición continuó con los creados por Esteban Salas en el siglo XVIII.

En cuanto a los instrumentos, existen evidencias de la presencia de la vihuela desde el principio, a los que se unirían con posterioridad: arpas, sacabuches, dulzainas y chirimías, y los construidos aquí por los negros africanos, con maderas cubanas, casi todos membranófonos e idiófonos. Del órgano, si la catedral de Santiago de Cuba comenzó a construirse en 1528, suponemos que sonaría muchos años después.

Con la llegada de los africanos –cazados en su país de origen, como si fueran animales, por los invasores– comenzó un proceso denominado por don Fernando Ortiz transculturación, que significa: mezcla de culturas en la que sobresalen la española y la africana, a la que se unirán, más tarde, elementos de otras como la francesa.

Respecto a la presencia de músicos negros en nuestro país, se habla de Teodora y Micaela Ginés, quienes eran hermanas, y Pascual de Ochoa al que más tarde se unieron el malagueño Pedro Almanza (violinista) y el lisboeta Jacome Viceira (clarinetista) quienes integraron un conjunto musical que actuaba en bailes y otra diversiones habaneras, a mediados del siglo XVI. Y es bueno aclarar que, aunque Alejo Carpentier consideraba cubanas a las hermanas Ginés, lo cierto es que ellas vinieron de Santo Domingo. En el caso de Teodora, permaneció en Santiago d Cuba donde se dedicó a componer canciones, y la llamaban “Ma Teodora”, por su avanzada edad. De ahí el conocido “Son de la Ma Teodora”, de fuerte influencia española.

Es importante señalar, que en el siglo XVI la profesión de músico era subestimada, porque los que se dedicaban a este arte eran negros, situación que se extendió por mucho tiempo, ya que los blancos tenían la posibilidad de viajar al extranjero a estudiar otras carreras y la discriminación les impedía mezclarse con ellos. Pero nunca imaginaron que en el siglo XIX, el nombre de Brindis de Salas recorrería el mundo como “el Paganini negro”.

Con la llegada del siglo XVII, el panorama cubano cambió al incrementarse el desarrollo de la industria azucarera, con el aumento de las plantaciones de caña de azúcar. El primer ingenio se había establecido en el Cerro con el nombre de La Prensa, algunos años antes; pero otros productos atrajeron la atención: el café, el tabaco y el chocolate. Fue entonces cuando el obispo Alonso de Almendáriz dispuso, arbitrariamente, el traslado de la Catedral de Cuba para la ciudad de La Habana. En cuanto a la música, le dedicaré mi próximo comentario.

Galería de Imágenes

Comentarios