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La muerte de Martí: versión de Fermín Valdés Domínguez

19 de mayo de 2024

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Retrato junto a Fermín Valdés Domínguez tomado en Cayo Hueso, Florida, mayo de 1894, por el fotógrafo Antonio J. Estévez. Al sugerirle Fermín a su amigo que debían tomar ese retrato en los campos de Cuba, Martí respondió: “No, allá vamos a morir”.

 

El 19 y el 20 de mayo de 1908 el diario habanero El Triunfo publicó un extenso escrito de Fermín Valdés Domínguez contando la vida de Martí desde que ambos se conocieron en la infancia. El autor se incorporó a la Guerra de Independencia ene mes de julio, después de la muerte del Maestro. Su relato de lo ocurrido aquel fatal 19 de mayo dice Valdés Domínguez que le fue contado por Ángel de la Guardia, al que identifica como el ayudante del Delegado. Según ese texto, Martí conversaba con Bartolomé Masó cuando Máximo Gómez salió a caballo en busca del enemigo, y Martí montó acompañado de su ayudante sin portar el machete curvo que en República Dominicana le había regalado Panchito, el hijo del general en Jefe, ni el revólver, armas que Gómez le había quitado porque le caían sobre un tumor en la ingle que le afectaba el andar.

Ido Gómez con el grueso de la tropa mambisa, Martí ordenó a su ayudante, el joven La Guardia, que le buscara un revólver, orden que fue cumplida, y ambos avanzaron delante de las fuerzas que formaban el centro, mandadas por Masó, mientras que los flancos los ocupaban los generales Gómez y Francisco Borrero. Valdés Domínguez continua su relato explicando que La Guardia se les unió después con su caballo herido e informo de la caída de Martí causada por tres balazos y añade que su muerte fue confirmada por una mujer por cuya finca pasó la columna española con una acémila que cargaba el cadáver de Martí.

Fermín continúa su relato así: “Piensan algunos que fue a la muerte por su impericia militar, o porque incumplió la orden o indicación, que le hiciera el general Gómez de no estar en combate.” Pero Fermín no acepta ese razonamiento y señala: “El hecho de haber pedido un ama y de haber convidado a La Guardia para ir –los dos solos— a tirotear al enemigo demuestra que no fue por seguir a los demás, no seguía a nadie, y hay quien afirma que, antes de avanzar, le preguntó al general Masó si él no avanzaba. Y sobre el no cumplimiento de la orden o indicación del general Gómez, ¿qué hombre de honor deja su puesto por enfermo si puede tenerse en el caballo durante el combate?”

La explicación de Valdés Domínguez cierra con este último argumento: “Y no es cierto tampoco que le caballo se le desbocara y lo llevara inconscientemente a la muerte. Era el pequeño caballo moro que montaba Martí, una jaquita mansa de buen paso, fuerte y segura para las marchas, pero cuyos bríos podía dominar el peor jinete.”

 

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Quizás algunos de los detalles recogidos por el gran amigo de Martí, quien aún no se había incorporado a la lucha armada aquel 19 de mayo de 1895 y por tanto no fue partícipe de aquellos acontecimientos, no sean de exactitud total. La muerte de Martí conmovió a todos los que estuvieron en Dos Ríos aquella tarde triste y como suele suceder en tales casos la emoción y el hecho de que solo La Guardia estuviera junto a Martí y quien debe haber quedado consternado al verlo sucumbir, complican la posibilidad de disponer de una versión absoluta y plenamente ajustada a lo ocurrido. Mas, sin dudas, el relato de Fermín nos ayuda a acercarnos a aquel momento terrible para la historia de la patria que aún nos conmueve.

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