La marcha hacia la guerra necesaria en 1894
1 de marzo de 2024
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Los primeros días de 1894 fueron de alegría para José Martí: según sus cartas de enero de ese año, marchaban bien los planes para la insurrección, acelerados desde los finales de año anterior. Se conservan cuatro misivas datadas el 2 de enero que denotan la contentura del Delegado.
Una fue un breve mensaje para José Dolores Poyo, el patriarca de la emigración en Cayo Hueso. Ahí dice: “Saludémonos en el año nuevo con la esperanza de que nuestras virtudes podrán más que nuestros defectos.//Saluda agradecido cubanos en usted su José Martí.” Sin dudas, le animaba la esperanza en iniciar pronto la lucha libertadora; pero no dice más porque escribe por cablegrama, texto al alcance del espionaje colonialista. Pero ese mismo día escribe otra carta a Poyo en la que amplía lo positivo de los sucesos: “…en este mismo instante recibo las cartas que esperaba; cartas totalmente satisfactorias y que nos ponen en nuestra mayor obligación. Ha venido lo que deseaba, se ha entendido lo que debía, y se sigue haciendo lo que se debe, fiados en nosotros” Por ello incita a Poyo a sostener y acrecentar lo que se hace en el Cayo. Y añade: “a empujar hasta que lleguemos. He vivido en horrible duda y náusea.” Ahora salgo de ella.” Y cierra con el consejo del buen conspirador: “Peo callemos en cuanto pueda parecer de público demasiada seguridad o cercanía.”
La tercera carta, explica mejor u alegría. La dirigió al general Serafín Sánchez, con quien mantenía una estrecha relación y comienza con una inmejorable noticia: “No podría, aunque quisiese, hablarle sino de lo que me llena el corazón.” Y aclara que mejor que la llegada del general Francisco Borrero, muy cercano a él, se trata de una carta de Máximo Gómez. Evidentemente el General en Jefe aprobó la marcha de los planes insurreccionales, pues dice Martí que esa epístola “Es cuanto quería.” Y añade: ·”Esa era aquella última seguridad de mi conciencia que me faltaba. Bailo de contento.” Y dicta los pasos inmediatos por seguir: “Ahora, a encubrir nuestra acción real; a allegar cuanto más dinero se pueda, a movernos de aquí poco y nada más que como desviación; a uniformar las noticias y la preparación de la Isla, y sobre todo, a esconder lo que hacemos.”
Le consulta al destinatario a quién mandar a Las Villas y da por sentado que Sánchez se pondría de acuerdo con el general Carlos Roloff. Y continúa el texto expresando lo que él haría: “Y yo con este conocimiento preciso, con la alegría de ver triunfante nuestra grandeza por sobre las pasiones que la hubiesen podido desviar o anular, con la quietud que solo estas resoluciones claras y definitivas hubieran podido poner en mi ánimo, —no tengo, en el primer instante de alegría, voluntad de salir del reposo inmenso, que sucede en mí a una angustia indecible. El reposo del salto. Ahora vive, y se desembarazará sin temor, y hablará con autoridad, y pedirá la limosna de rodillas, este amigo de Vd. que le conoce su amistad delicada y lo quiere a Vd. tanto— ¡Un abrazo! ¡Esto sí que es Año Nuevo! Tras firmar, añade Martí una breve posdata en que le informa de algún agente que tiene en Cuba: “Allá, un tanto despacioso, pero con magnífico sentimiento y determinación. Hay fuerza real.”
La cuarta carta, a José González Curbelo, de los revolucionarios de Filadelfia, insiste en su alegría: “En este instante mismo en que palpo por fin el resultado de mi labor —en que ya puedo medir el tiempo— en que las pruebas de lo que pudiera dudar están en mi mano, en que cuanto deseaba sucede y es hecho, me vuelvo a usted como alguien digno de recibir el gozo y lo abrazo en silencio.” Obviamente se refería a la aprobación de los planes libertadores por Máximo Gómez.
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