La luz aneritra aporte de un cubano casi desconocido
18 de marzo de 2013
|Francisco Argilagos Ginferrer nació en Puerto Príncipe el 4 de septiembre de 1838. Aunque hijo de español se formó en una atmósfera en defensa de la justicia social. Las altas esferas lo consideraron más bien un revoltoso que afectaba el desenvolvimiento de las instituciones oficiales. Ya tenía a su haber el joven la organización de una expedición armada a Cuba pero fracasó aquel intento. Pero aquel rebelde dio aún mucha lucha y aportó además al campo científico y literario.
La normal curiosidad le llevó a la medicina y laboró como médico desde 1865 tanto en Camagüey como en Santiago de Cuba, donde alcanzaron alto prestigio sus curas rápidas y operaciones oftalmológicas. De ahí que fuera el primero en esa especialidad dentro de las fuerzas mambisas que luchaban por la independencia de Cuba.
Cuando en la actualidad nos hacemos una refracción para conocer que cristal debemos utilizar, seguramente no pensamos en éste cubano, que prácticamente resulta un desconocido tanto en el campo científico como en su condición de inquieto mambí cuya obra científica está vigente en el mundo entero sin que el tiempo pasado de sus primeros pasos en manos de éste camagüeyanos haya dejado de mantener su importancia actual.
La luz verde o anerita se ha incorporado en la oftalmología como instrumento de diagnóstico, al permitir una mejor exploración del ojo humano, al ser prácticamente fotografiado y especialmente en los estudios de vascularización y alteraciones en la retina ofrecen una mejor apreciación para el diagnóstico más efectivo. Actualmente se utiliza la conocida como “lentilla Argilagos para los estudios de fondo de ojos.
El conocimiento del aporte del cubano no fue considerado fidedigno y se le hubo de adjudicar tal proceso a Etienne Ginestous en 1911. Pero nos acercamos a la década en que el aporte del camagüeyano fue presentado a la Academia de Ciencias parisina y fue aceptado totalmente. Toda vez que su temática fue presentada en la publicación Los anales de la oculística de Bruselas en 1861.
Aquel aporte lo compartió Francisco con su hermano Rafael, quien alcanzó los grados de general de brigada en la guerra de 1868 en París. Pero agregó a sus aportes médicos el diseño de un instrumento para medir el diámetro antero posterior del ojo, que tiende a aumentar en determinadas enfermedades oftalmológicas. Y en la actualidad se sigue utilizando la lentilla Argilagos para el estudio del fondo de ojo.
El talentoso camagüeyano no solo fue médico, y el más joven de los dirigentes de asociaciones científicas en París, fue además escritor. Fundó y dirigió más de cincuenta periódicos, fue etnólogo e historiador. Entre los valores intelectuales de tan curioso personaje se encuentra un amplio patrimonio cultural con cinco obras literarias, dos dedicadas a la agricultura y zootecnia además de volúmenes de temáticas políticas….
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