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La ira y el miedo pueden hacer un campeón

17 de noviembre de 2017

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Escuché hace unos días a un personaje de una serie televisiva la frase “para ser un campeón de boxeo se necesita que sepa usar acertadamente la ira y el miedo”. Pero antes de empezar a desgranar el asunto debo hacer una declaración y es que a mí no me gusta el boxeo, y con todo el respeto de los que sí son fans y más aún de los que se dedican a practicarlo, yo me permito decir que eso de andarse dando golpes para deleite de otros, es algo parecido a los espectáculos del coliseo romano en la antigua Roma, por lo tanto es brutal y antinatural, pero como yo no organizo la sociedad y sus gustos, lo único que puedo hacer es declarar mi inconformidad. Pero siguiendo con la frase que inicié, debo decir que este personaje era un entrenador de ese deporte, lo cual, además de analizar el significado de lo que expresó, me lleva a pensar que la tarea de un entrenador es multifacético –y no solo de boxeo, sino de cualquier deporte– porque para tener éxito en su trabajo, tiene que ser un técnico experto y además debe manejar aspectos de la psicología, de la sociología, de la fisiología y otros saberes, porque hacer campeones olímpicos, mundiales no es asunto fácil, ni cosa de juego.

La frase me atrapó, porque detrás de la misma hay mucho en lo que pensar y hacer, y si vamos a analizarla, evaluando las emociones y su impacto en las personas, inicialmente pensamos que andar sintiendo miedo e ira en una actividad que se realiza sistemáticamente no es bueno, pero si avanzamos –como siempre digo– no existen de forma absoluta las emociones negativas o positivas, sino que existen emociones que podemos manejar y funcionan bien o funcionan mal, o sea, nos benefician o nos perjudican, aunque los factores tiempo y frecuencia también tienen un papel.

Vayamos por pasos; lo primero es ubicarse en la situación, y un boxeador se encuentra ante un rival del cual no solo debe defenderse, sino que tiene que vencer, situación diferente, por ejemplo, de un corredor o un nadador, los cuales quieren ganar, pero perder no implica un daño físico –que incluso puede ser mortal en un boxeador–, por lo que obviamente las emociones que deben prevalecer en el momento de la competencia deben ser diferentes, porque en el corredor o el nadador u otro deportista hay que exacerbar las emociones positivas para insuflar valor, o sea tienen que tener un estado de ánimo alegre, de seguridad y tal vez un poco de agresividad para que la adrenalina fluya por el cuerpo y desate más vigor, sin embargo, en el boxeo, las emociones no funcionan de esa manera, porque para golpear a otra persona –aunque sea deportivamente– hay que tener una buena carga de ira, emoción que se necesita avivar antes del combate, y tanto es así que resulta habitual que un boxeador provoque al otro con palabras, señas y lenguaje corporal, porque estando alegre o triste no es probable que se pueda pelear y si lo hace, seguro que lo noquean.

Por otro lado, el miedo también es una emoción que favorece la acción de enfrentamiento físico, miedo a perder, pero sobre todo, miedo de recibir un mayor daño físico, por lo que la extraña unidad de ira-miedo es ciertamente una buena mezcla en el pugilismo. A los interesados en esto, les propongo que escuchen entrevistas a boxeadores y se darán cuenta, de boca de los propios protagonistas que efectivamente, estas dos emociones son parte de su desempeño y un factor importante en el triunfo, cuando de aspectos psicológicos se trata, ya que está demás decir que también hay que tener talento, entrenamiento, fuerza de voluntad y mucho coraje.

De todas formas no sería honesto de mi parte, y traicionaría mi criterio sobre el boxeo, sino dijera que también es dañino, y ya no me voy a referir a los devastadores efectos que los golpes tienen sobre el organismo, porque no es mi especialidad, sino lo perjudicial que es para la vida personal, para sus relaciones interpersonales y para la persona en sí misma que las ira y el miedo formen parte cotidiana de su vida, ya que puede convertirse en un boomerang, e instalarse como emociones recurrentes en su vida, pero me alivia pensar que para eso existen los psicólogos del deporte que enseñan a manejar las emociones de los boxeadores en el momento, lugar e intensidad adecuados.

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