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“La inspiración es dama de quien la busca…” José Martí

14 de junio de 2013

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En el Cuaderno de apuntes, no. 9 que aparece en el tomo 21 de las Obra Completas  de José Martí editadas en 1975 se puede leer “Para el que no es dueño de sí, y no puede esperar la hora, ha de aprovecharla, si le sorprende, pero no ha de forzarla; el escritor diario, que puede ser sublime a veces, ha de contenerse…”

El Maestro estaba entre quienes debían ganar el pan diario desde sus trazos y argumentos en las páginas de la prensa periódica del camino de la crónica, perfil muy cercano a los inicios de la literatura. Pero ellos exigían de sus servidores además de refinamiento del ingenio para adueñarse con los pinceles de sus colores. Tales criterios le permitieron lograr un alejamiento oportuno entre el socorrido didactismo del periodismo propio en las páginas coloniales y también en el perfil totalmente utilitario del periodismo en boga en los Estados Unidos.

Al Martí colocar su fluida prosa entre ambos extremos fue cuidadoso y profundo en su paso por las cuartillas que después se reproducirían en millones de ejemplares para llegar al más amplio espectro de lectores desde sus argumentos. Pero otra expresión también se agitaba en el horizonte desde el acicalamiento exótico cuyas pinceladas dejaban constancia del alba de las plumas modernistas al acecho de los que consideraban bello por encima del argumento en oportunidades.

La prosa martiana en su cotidiano andar por las páginas del periodismo fue sintetizada por el autor como un método que consideraba la necesidad de colocar la mirada con ojos limpios de prejuicios en todos los campos antes de darle a sus líneas toda la esencia desde su amor ante la expansión necesaria del pensamiento al mismo tiempo que aseguró su total oposición a limitar o enclaustrar el espíritu humano. Desde tal síntesis brotaba toda la flor de un ensayista convencido no solo de su cultura y conocimientos, sino la necesidad de hacerlos llegar de forma diáfana ante el público de los lectores como el horizonte donde debe brillar aún más el sol.

Casi en medio de su ruta que no podía estar ajena a los pasos trascendentales que la modernidad potenciaba al periodismo, al mismo tiempo que reconocía la amoralidad del manipulador sensacionalismo, quien ya se acercaba al editor Charles Dana, demostró estar en la vanguardia de un servicio que no deja de ser bello al ser al cumplir el servicio social que le corresponde y de forma bella describió su momento trascendental en medio de sus líneas El poema del Niágara al afirmar en él:

“Ahora se tiene puesto el oído a todo; los pensamientos no bien germinan, ya están cargados de flores y frutos, y saltando en el papel, y entrando como  polvillo sutil por todas las mentes…Todo es expansión, comunicación, florescencia, contagio, esparcimiento. El periódico desflora las ideas grandiosas. No hacen familia en la mente, como antes, no casa, ni larga vida. Nacen a caballo, montadas en relámpagos, con alas”

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