La herencia musical de un virtuoso

18 de diciembre de 2015

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Hamilé Rozada Bestard

 

 

Uno de los artistas cubanos más talentosos de nuestros días es, sin duda alguna, Aldo López-Gavilán, a quien dedicaré mi comentario de hoy.
Nacido en el seno de un hogar muy musical, desde que vino al mundo el arte de los sonidos le era tan familiar como el lenguaje hablado: su abuelo paterno (Evelio) fundó y dirigió un conjunto de música latinoamericana que amenizaba las comidas del restaurante “Los Andes”, en el corazón del Vedado, cuya esposa –la conocida locutora de televisión, Nela del Rosario– era graduada del Conservatorio Municipal de La Habana. De ese matrimonio nació el conocido director de orquesta y compositor Guido López-Gavilán, padre de “Aldito”, cuya madre fue la excelente pianista y pedagoga cubana Teresita Junco, fallecida prematuramente. Y a los nombres mencionados hay que añadir el del hermano mayor de Aldo, Ilmar López Gavilán, violinista de excelencia de quien también comentaremos en otro momento. No debe extrañar entonces que el pequeño creara, a los tres años, una obra improvisada (“El elefante de la manigua”) que años después, evocaría en el título de su primer fonograma: En el Ocaso de la Hormiga y el Elefante.
Aldo López-Gavilán realizó sus estudios musicales de nivel elemental y medio en Cuba, y debido a su alto rendimiento académico, pudo estudiar el nivel superior en el Trinity College de Londres. Su excepcional talento para el piano, le permitió realizar su debut profesional a los doce años, con la Orquesta Sinfónica de Matanzas y la Sinfónica Nacional, ocasión en que interpretó el difícil Tercer Concierto de Prokofiev, para piano y orquesta. Sin embargo, este no fue su primer triunfo, pues un año antes la UNICEF lo seleccionó para participar, en Holanda, en un Festival internacional, organizado por dicha institución, donde obtuvo el Premio Danny Green.
Tanto en Cuba como en el exterior, Aldo ha cosechado numerosos lauros importantes, a lo que debe añadirse su actuación como solista tanto en recitales como con orquestas sinfónicas dirigidas por figuras tan relevantes como Claudio Abbado. No obstante, el espectro de este joven artista va más allá de la interpretación del repertorio clásico universal, pues también es un excelente jazzista y compositor, esferas en las que goza de gran prestigio, desde que fue nominado al Grammy Latino, en 1999, en la categoría “Mejor Album Latin Jazz” cuando presentó su primer CD: En el “Ocaso de la Hormiga y el elefante”, con el que obtuvo el Gran Premio en el certamen CUBADISCO 2000. Cinco años después fue seleccionado para participar en el documental “Amor y piano” (merecido homenaje al gran pianista y jazzista cubano, Frank Emilio –uno de los iniciadores del estilo denominado feeling– que también fue premiado en el mencionado evento. Su segundo álbum fue: “Talking to the Universe”, y en el año 2006 realiza un concierto con sus obras más recientes que con posterioridad se convierte en su tercer álbum –propuesta fonográfica a piano solo– “Soundbite”, al que siguió el disco “Dimensional”, de carácter experimental; “Aldo López-Gavilán”, grabado en vivo, con obras del repertorio pianístico universal. En 1911, Aldo termina su primer DVD, en vivo: “Más allá del ocaso”, que recoge una selección de sus obras orquestales.
Nuestro artista ha creado también partituras para medios audiovisuales, como los documentales: ¡Manteca, Mondongo y Bacalao con pan!, del joven cineasta cubano Pavel Giroud; El proceso y A través de la luz.
Múltiples son las favorables críticas que ha recibido Aldo López-Gavilán, así como los lauros y actuaciones en los más prestigiosos escenarios del mundo, entre las que no puedo dejar de mencionar el concierto realizado con su cuarteto de jazz en el Carnegie Hall de New York, en el marco del Festival “Voces de Latinoamérica”.
Estoy segura de que el lector coincidirá conmigo en que “Aldito” es un virtuoso y un digno representante de la herencia familiar.