La Fuente de Neptuno (II)
6 de septiembre de 2013
|A la Fuente de Neptuno se le vio peregrinar por diferentes sitios de La Habana, entre ellos, la Alameda de la Reina Isabel Segunda, en la actualidad el Paseo del Prado; el Parque de la Punta, y el parque del Gonzalo de Quesada, conocido como parque «de Villalón», situado en Calzada, entre C y D, en el Vedado.
Sin tridente y con sus surtidores fuera de uso, este fue el último lugar por donde transitó el Neptuno de La Habana, hasta que, en 1997, con la intención de preservarlo, reapareció, gracias a la Oficina del Historiador, en la orilla del litoral, muy cerca de su ubicación original.
Pero no fue fácil restituirla a su lugar de origen desde el parque de Villalón en el Vedado. La estatuilla, el pedestal, las conchas y sus bases fueron recuperados de aquella explanada, mientras las piezas que conforman el estanque estaban en el parque Víctor Hugo, en el Vedado, todas en lamentable estado de conservación por la falta de mantenimiento.
Talladas en blanquísimo mármol de Carrara, las piezas exigieron para su traslado un minucioso levantamiento arquitectónico, así como un cuidadoso desmontaje. Algunas de ellas —especialmente las que conforman el pedestal y la base de las conchas— son chapas de gran peso unas, y otras macizas. En total, la fuente tiene un peso aproximado de seis toneladas.
A la Fuente —precisan especialistas—no pudo reubicarse en su sitio originario: la Baliza de la Pila o Pileta de Neptuno. «Utilizada en la actualidad por los prácticos del puerto para arribar al canal de la entrada de la bahía, esta estructura se encuentra en pésimo estado de conservación y no soportaría el peso del monumento que le dio nombre».
«Se eligió, entonces, el primer saliente del malecón, unos cientos de metros más hacia el oeste, donde hay un grupo de pilotes de hormigón armado en óptimas condiciones, con vigas invertidas que sirven de transición entre la losa y los pilotes».
El traslado de la Fuente de Neptuno hacia el Centro Histórico fue aprobado por la Comisión Nacional de Monumentos. Estaba muy deteriorada.
La Dirección de Arquitectura Patrimonial de la Oficina del Historiador fue quien concibió el proyecto para su rescate que, ejecutado por la Empresa de Restauración de Monumentos, logró restituirle su majestuoso aspecto.
El plan previó la escasez de agua en la zona, instalando una caja que abastece de la misma a la fuente, mediante un sistema de recirculación con una bomba sumergida dentro del propio recipiente.
Además de las instalaciones eléctricas e hidráulicas, se erigió una obra de fábrica capaz de darle la estabilidad necesaria al monumento frente a las fuerzas del viento típicas en la zona.
Luego se procedió al enchape con las piezas originales, colocando finalmente la escultura del dios de los mares unida a una base hueca por donde salen los chorros de agua.
Por cierto, un detalle importante a la hora de valorar el rescate de esta obra fue la solución que se le dio a la ausencia del tridente de Neptuno. La reposición del mismo se hizo siguiendo las proporciones originales de la estatua, y requirió extrema habilidad por parte de los especialistas del taller de mármol perteneciente a la Empresa de Restauración de Monumentos, quienes lo realizaron en dos partes para facilitar su colocación y lo fijaron en el lugar con resinas epóxicas.
Fue así como la fuente de Neptuno quedó a imagen y semejanza de aquella que, en 1839, otorgó —como ahora— un toque diferente a este lado del litoral, para beneplácito de quienes transitan por sus alrededores.
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