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La forja del líder: Martí en Cayo Hueso

23 de octubre de 2020

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Foto tomada en Cayo Hueso, Florida, en diciembre de 1891, durante su primera visita junto a los miembros del Comité Organizador de patriotas cubanos en esa ciudad

Foto tomada en Cayo Hueso, Florida, en diciembre de 1891, durante su primera visita junto a los miembros del Comité Organizador de patriotas cubanos en esa ciudad

 

“Abrazo a la revolución del porvenir”, dicen que le dijo José Francisco Lamadrid a José Martí al arribo de este a Cayo Hueso el 25 de diciembre de 1891, quien le dijo antes: “Abrazo a la pasada revolución.” Ambos se conocían desde 1880 cuando Martí le entrego la jefatura que ocupara interinamente del movimiento liderado por Calixto García al partir el general hacia la Guerra Chiquita. Quedó sellado desde ese instante, ante la multitud reunida en el muelle, el impulso que culminaría cuatro años después con la tercera y última guerra por la independencia cubana. Fue un inolvidable día de Pascuas para aquella comunidad. La jornada culminó con un discurso de Martí subido sobre una silla en el hotel Duval en que refirió su sueño “de una justicia definitiva para mi pueblo” y su deseo de que “arraiguemos en tierra grata, la semilla fructífera de nuestra vida republicana.”

Martí llegó con un grupo de patriotas de Tampa acompañado de una banda de música en el vapor que hacía la travesía desde aquel puerto hasta la isla que marca el extremo sur de Estados Unidos. Había concertado esa visita con José Dolores Poyo, quien era el patriarca de aquella entusiasta y combativa emigración, puntal decisivo desde 1868 del patriotismo cubano, y que nunca cejó en el apoyo a cualquier esfuerzo libertador. Allí se objetó el inestable apoyo material a la República en Armas ni se aceptó el Pacto del Zanjón, y todo luchador contra el colonialismo español encontró pleno apoyo. Martí sabía que unto a Tampa y Nueva York, el Cayo era el otro ángulo del triángulo de la emigración en el país del norte.

Trece días duró aquella primera estancia martiana, repleta de actos, festejos, alegría, y que culminó con la redacción de las Bases y los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano. A pesar de sufrir durante los primeros días de una broncolaringitis aguda que le impedía hablar y que le obligó a guardar cama, ya el 30 de diciembre, con su habitual energía, Martí visitó la fábrica de tabacos de Eduardo Hidalgo Gato, cuyas aportaciones monetarias serían sistemáticas para los preparativos bélicos. Los obreros tabaqueros le entregaron un álbum con pensamientos patrióticos.

El año nuevo de 1892 comenzó, pues, con una vertiginosa actividad martiana en Cayo Hueso. Las largas reuniones con los líderes se alternaban con los discursos en las tabaquerías y con intensas jornadas de trabajo redactando los documentos para la unidad. Los líderes de la Convención Cubana, organización secreta que ocultaba bajo el nombre público de Club Luz de Yara los hilos de una conspiración dentro de Cuba, debatieron con Martí el proyecto unitario, aprobado tras amplios debates los días 4 y 5 de enero con los representantes de los clubes patrióticos del Cayo y los venidos de Tampa, donde se habían acordado a finales de noviembre de 1891 las Resoluciones que sirvieron de base al intercambio. Se decidió, con amplio espíritu democrático, que los documentos acordados fueran discutidos y aprobados en cada club con todos sus miembros. El 6 de enero, como regalo de reyes, hubo una fiesta patriótica de despedida en que se hicieron públicas las Bases del Partido, en la que Martí dijo las palabras finales y fue acompañado por numerosos emigrados hasta el muelle para viajar de regreso a Tampa y a Nueva York, ciudades en la que durante aquel enero de 1892 serían aprobados los documentos constitutivos del Partido. Tomaba forma así la nueva lucha por la independencia de Cuba mediante la progresiva unidad de las emigraciones en torno a esta organización. Triunfaba el novedoso y original proyecto revolucionario de José Martí.

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