La filarmónica de La Habana bajo la batuta de Kleiber (II)
25 de octubre de 2013
|Luego de un trabajo memorable en el teatro Colón de Buenos Aires, Erich Kleiber estará al frente de la Filarmónica de La Habana durante tres años, con lo que contribuirá a forjar una de las orquestas más importantes de América en su tiempo.
Con ella dará a conocer buena parte del repertorio sinfónico universal, así como también estrena obras de autores nacionales, como La rumba, de Alejandro García Caturla y, Sinfonía en do (II y III Movimientos), de Julián Orbón, (hijo de español y cubana, nacido en Avilés, Asturias, y avecindado en La Habana). Asimismo desfilan solistas notables, el violinista Yehudi Menuhim, el flautista Roberto Ondina y el pianista José Echániz , entre otros.
A propuesta suya, en noviembre de 1944, se inician los conciertos populares de los domingos, «que –en el recuerdo de Carpentier- desafían la falta de vehículos y las confrontas de media noche para escuchar música sinfónica con religioso recogimiento».
« Pronto – declara el director vienés– podré ejecutar aquí “La consagración de la primavera” Cuando una orquesta llega a poder ejecutar correctamente la partitura de Stravinsky, puede decirse que ha alcanzado la madurez…».
Sin embargo, su sueño no puede realizarse.
Ciertas diferencias de orden estético con el patronato de la orquesta, lo llevan a renunciar a su puesto poco después. Su partida es una pérdida considerable para la Filarmónica de La Habana.
Por cierto, durante su estancia en Cuba, Kleiber, quien era huésped del hotel Presidente, sito en Calzada y G, en el Vedado, muy próximo al Auditorium, -sede habitual de los conciertos de Pro-Arte Musical-, asistía a todas las funciones de los compositores jóvenes, elogiando sin cautelas o criticando con dureza.
Un día –lo cuenta Carpentier- preguntó a varios músicos nuevos, cuyos ideales estéticos parecían discutibles, cuál era la causa de una cierta comunidad de estilo que observaba en sus obras:
-Queremos –le argumentaron- librar nuestra música de los males traídos por el romanticismo.
-Hijos –les respondió el maestro -. La música contemporánea es fruto de la unión de un padre, que se llama Clasicismo, con una madre que es el Romanticismo. ¿Cómo van a renegar de una herencia que les corresponde por ley ineludible? […] Por suerte, ustedes son jóvenes: ¡Ya tendrán tiempo de curarse de su jacobismo musical!
Kleiber volvió a La Habana en 1954, ocasión en que dirigió varios conciertos entre los días 8 y 28 de enero, fecha del último que diera en nuestro país.
La música sinfónica, su difusión, ejecución y auge tuvieron en el maestro Erich Kleiber una figura inolvidable en nuestro país, además de la contribución que su presencia representó en el desarrollo profesional de algunos jóvenes talentos.
Murió en Zurich, Suiza, el 27 de enero de 1956.
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