La esencia humanista de San Valentín
13 de febrero de 2015
|Hacemos una pausa en el ciclo relacionado con algunos comportamientos negativos, para dedicar esta semana a celebrar el Día del Amor, que a pesar del sentido comercial que se le ha ido dando al Día de los Enamorados, o Día de San Valentín, sus orígenes o la leyenda que se cuenta acerca del nacimiento de este día en que se le canta al amor en una gran fiesta mundial, nada tiene que ver con ese sentido utilitario que se le da hoy en día.
Cuenta la leyenda que Valentín estaba prisionero y que enseñó las primeras letras a la hija de su cuidador, una joven invidente, pero al margen de la leyenda, si analizamos el significado de la palabra amor, no existen dudas que es el más universal de los sentimientos. El amor ha sido conceptualizado atendiendo a las más disímiles formas de pensamientos, ideologías, filosofías, ciencias y subjetividad individual o grupal, pero en todos esta presente la afinidad entre seres.
En Occidente, se dice que es un sentimiento relacionado con el afecto y el apego capaz de originar emociones, experiencias y comportamientos muy peculiares, mientras que la filosofía lo contempla como una virtud representativa de la bondad, la compasión y el afecto del ser humano, incluyendo las acciones que podemos realizar hacia otros y hacia uno mismo, este último el denominado auto amor.
La palabra amor proviene del latín, amor, -ōris que abarca una gran cantidad de formas o manifestaciones de los mas diversos sentimientos y que no se limitan solamente al amor pasional o el que acompaña a la sexualidad, sino que nos encontramos también el amor no pasional, asexual, el familiar, el amistoso, el amor platónico y el religioso entre muchos otros. Cuando hablamos del amor religioso, se dice que trasciende de su condición de sentimiento para convertirse en un estado de la mente de las personas, o del alma como siempre se dice, que se identifica en todas las religiones como un Dios o alguien semejante, pero mas bien por el amor a un supremo, sea una persona física, un espíritu, un objeto, una historia, una leyenda, o cualquier amuleto, talismán o ídolo que simbolice a ese señalado.
Todos conocemos que las emociones asociadas al amor pueden determinar decididamente en el comportamiento humano porqué se caracterizan por ser fuertes, poderosas, irresistibles, y capaces de dominar y sugerir los mas disímiles comportamientos humanos. Por otra parte, no es menos cierto que el amor es un facilitador del mejor desarrollo de las relaciones interpersonales y esta presente en toda obra creativa del ser humano, desde una obra de las Artes Plásticas, la música, la danza, como en las mas diversas profesiones y oficios, porqué hablamos del médico que ejerce su profesión con amor, del arquitecto o el ingeniero que se entrega a su quehacer con amor, o del carpintero, el plomero, y el barrendero o el agricultor, este último que entrega su amor a la tierra donde cultiva esos frutos que después puede compartir o no, también con amor.
Las Ciencias Sociales no ha exceptuado de sus estudios este sentimiento, sobre todo en las Ciencias Psicológicas, y se habla de un estado que evoluciona o se origina a partir del instinto primitivo de sobrevivencia que manifiesta el humano y que podía mantenerlos unidos ante las amenazas y que era la vía para mantener la continuidad de la especie a través de la creación humana.
Definir al amor se hace difícil, aunque señalan los estudiosos que el amor puede ser interpretado en dos direcciones fundamentales, en una concepción altruista que se basa en la compasión, estrechamente relacionada con el alma y el mundo espiritual y una segunda, contrariamente basada en el egoísmo, la individualidad y la rivalidad, centrada en el cuerpo, en lo material, donde hay una ausencia total de la espiritualidad que implica el verdadero amor. Las Ciencias actuales plantean que ambos tipos o direcciones del amor son expresiones de procesos ubicados a nivel cerebral y que se han originado a partir de la propia evolución que ha tenido el ser humano en su desarrollo ontogenetico.
Desgraciadamente es frecuente por esos tiempos encontrarnos con el fenómeno de personas que disfrazan el amor egoísta con el altruista, son precisamente las personas utilitarias, indolentes, manipuladores, fracasados, frustrados, envidiosos, traicioneros, hipócritas por excelencia, pero la fuerza del verdadero amor altruista es tan fuerte, que siempre al final son descubiertos y esas mascaras de amor filántropo, dadivoso, cae al piso y es cuando tenemos frente a frente a esos seres humanos que nos pueden propiciar la decepción, ante la cual, debemos levantarnos lo mas rápido que podamos y pensar que siempre podremos encontrar a los verdaderos amores altruistas.
La psicología humanista considera que el amor es indispensable para conseguir una autoestima saludable. Es imposible la salud psicológica, a no ser que lo esencial de la persona sea fundamentalmente aceptado, amado y respetado por otros y por ella misma.
Abraham Maslow sitúa al amor en el estrato de afiliación, entre el de seguridad y el de reconocimiento, dentro de su jerarquía de las necesidades humanas.
En algunos modos de vida actuales, no se considera, ni se admite al amor altruista, porque sitúa al humano dentro de un proceso de producción, colocando al amor como parte de dicho proceso. Los directivos buscan las posibilidades de extraer de él la mayor cantidad de consumo, no dudando en utilizar el amor y el sexo como reclamo de un modo desnaturalizado y grotesco, evocando en el consumidor sentimientos amorosos y de deseo, no para incentivar el sentimiento altruistamente, sino para tener ganancias monetarias, convirtiendo al ser humano y al amor en un producto mas que le rinde ganancias.
El apóstol San Pablo glorificó el amor en el famoso poema Primera epístola a los corintios como la mayor de las virtudes, aseverando que: “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Lo anterior es algo que nos acerca bastante a esa verdadera esencia humanista que debe caracterizar un día tan mágico y respetuoso como es el 14 de febrero, Día de San Valentín.
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