ribbon

La escuela de ópera yoratoria de Emilio Agramonte

10 de mayo de 2024

|

 

revista-social-emilio-agramonte-hubert-de-blanck

 

El 23 de septiembre de 1893 José Martí publicó el texto de este título en Patria, dedicado a una significativa personalidad de la emigración cubana en Nueva York de finales del siglo XIX.

Emilio Agramonte y Pina, nacido en Camagüey el 28 de noviembre de 1844, se graduó de Licenciado en Leyes en la Universidad e La Habana y regresó a su ciudad natal a ejercer como abogado. Sin embargo, la música fue su verdadera dedicación e impartió clases de piano y canto. Se vinculó a actividades patrióticas durante la Guerra de los Diez Años, y para no ser detenido emigró a Estados Unidos y se estableció en Nueva York. Allí conoció a José Martí y entre ambos se estableció una fuerte amistad y muchas colaboraciones para realizar diversas acciones en favor de la independencia de Cuba. Fundó en aquella ciudad la Escuela de Ópera y Oratoria que alcanzó el elogio del Maestro y desde la cual colaboró con numerosos actos y presentaciones artísticas en favor de ese ideal libertador.

Su admiración por Martí lo llevó a presidir un club del Partido Revolucionario Cubano denominado con el nombre del Delegado. También estuvo al frente de otro club del Partido que llevaba su propio nombre.

En su escrito Martí comienza realzando el sentido y el valor patriótico de la vida del artista y profesor en Nueva York: “Crear es pelear. Crear es vencer. Con su sumo talento ha bregado Emilio Agramonte, más alto cada vez por abrir paso a su ingenio de criollo en este pueblo que se lo publica y reconoce, aunque no se lo pague aún, ni acaso se lo pague jamás, con el cariño vivo y orgulloso, el agradecimiento con que se lo pagamos sus paisanos.” Le reconoce también que logró establecer esa escuela sobre las dificultades que se oponen a una empresa de arte puro en una metrópoli ahíta y gozadora. Señala que la institución se la establecido con las ramas de lenguas, elocución y teatro correspondiente sobre un plan vasto y fecundo como la mente de su pujante originador. Y destaca así la competencia de sus saberes: “Agramonte conoce al dedillo , y de lectura íntima , la música universal: su ojo privilegiado recorre de un vuelo la página: su juicio seguro quema los defectos del discípulo en la raiz; su voz es realmente pasmosa, canta con igual flexibilidad en todos los registros; su mano, leve a veces y a veces estruendosa, ya brisa o temporal, ya cariño o ceño, es una orquesta entera; y su fama honra a Cuba.

Menciona tres colaboradores de Agramonte, dos de ellos norteamericanos y el cubano Luis Baralt maestro de drama, también vinculado a las actividades patrióticas cubanas en la ciudad. Y termina Martí así su breve, pero elogioso y orgulloso comentario sobre Emilio Agramonte: “¡Respira nobleza y abundancia el prospecto lógico, y superior a todos los de su clase, de la que puede ser muy pronto la primera escuela de canto en América, la del cubano Emilio Agramonte.”

Galería de Imágenes

Comentarios