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La época dorada del trío Los Panchos: 1944-1951 (II)

10 de mayo de 2018

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A mi juicio, lo más significativo del estilo “panchista” es el resultado de un apretado rejuego melódico sobre una base rítmica, formulada con singular tratamiento armónico desde lo timbrico-color calificado como “hummy” por los estudiosos norteamericanos. En esto se aprecia un indiscutible legado de rica tradición cultivada antes por los tríos aztecas Ábrego-Picazzo, Garnica-Asencio, Avileño, Caporales, Caribe. Igualmente los tríos cubanos Figarola, Cubano y Matamoros, por citar algunos indiscutibles cultores de estas formales combinatorias, entonces caracterizados generalmente por dos guitarras, percusión menor y el canto a dos voces.

Si bien el trío Los Panchos configura en su estructura instrumental el uso de tres guitarras y canto con un notable tratamiento armónico a tres voces, no puede pasar por alto que, en muchas de sus canciones, el melos busca insoslayable apoyo en la percusión menor con una mirada a sus antecedentes cubanos en esta experiencia, en especial cuando asume en su repertorio piezas de lo mejor del cancionero boricua y cubano.

En este estilo prevalecen préstamos del modo son, la guaracha, el montuno, y legitimas expresiones musicales de México como el huapango y el corrido; sin el descarte de la mejor creación musical de otras partes de Latinoamérica.

Al mismo tiempo, este repertorio se combina y enriquece con el ejercicio del bolero de corte romántico como expresión y forma cantable preñada de impresiones idílico-amorosas, entonces cultivadas con elevado acento pasional en la música de los años 40 y 50 del pasado siglo.

Un poco más allá de la aceptación de aplomos o equilibrios del patrón musical panchista, y de los aportes de la agrupación al legado de la canción amorosa de Latinoamérica, radica el engarce perfecto entre lo vocal-instrumental desde una herencia inmediata por un apasionado romanticismo, latente no solo en los textos de sus canciones, sino además, en un específico estilo de tratamiento instrumental.

Algunos valoran estos aspectos como verdaderos hitos de la expresión eminentemente sentimental, capaz de moverse entre la trama y desarrollo de un idílico amor de pareja, con desgarrados e irremediables conflictos a enfrentar por la misma. A esto, agréguese el manejo de puntuales conceptos estéticos que arropan comportamientos muy singulares entre lo armónico-vocal, y un trato especial que rebasa lo singular-sentimental, en cuanto de proyectar sus bellas voces se trata.

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