La cosquilla y la risa en los animales
13 de marzo de 2015
|¿Acaso pensaba usted que sólo los humanos sentimos cosquillas? Los científicos están estudiando cómo los animales responden a las cosquillas en un intento por aclarar cómo ha evolucionado la risa.
Contrariamente a la creencia popular y a lo que se creía en general hasta hace poco, la risa no está restringida a los humanos. Se ha comprobado que existe, no sólo en los primates, también en perros y ratas. En un estudio con ratas, el Centro de Neurociencias de la Universidad Bowling Green (Ohio, EUA), reveló que los animales si tienen cosquillas y que de forma similar a los humanos, la utilizan en sus juego y para crear vínculos sociales. Las ratas emitían chillidos de placer cuando se les hacía cosquillas. Ruidos exactos a los que emitían cuando jugaban con otras ratas.
Pero no sólo humanos, chimpancés, gorilas y roedores también tienen cosquillas. Un rápido rastreo revela un grupo heterogéneo de animales como búhos, perros, suricatas, loros, pingüinos, camellos y delfines, parecen reaccionar con sonido cuando se les hace cosquillas. Los científicos están especialmente interesados, porque esto les permite comparar respuestas a través de diferentes especies.
Los investigadores buscan obtener y comparar tanto material sobre cosquillas como sea posible. Buscan animales que puedan producir vocalizaciones positivas que reflejen placer. Argumentan que las comunicaciones positivas de los animales están íntimamente relacionadas con la evolución de la risa, pues al comunicarse unos y otros positivamente, es probable que esto desempeñe un papel importante para el desarrollo de la comunicación. Apuntan que es importante, cuando se reconstruye el proceso evolutivo, especialmente con expresiones positivas, analizar los diferentes tipos de animales, pues así se puede evaluar con mucho más detalles cómo las vocalizaciones emergen y por qué es importante para esos animales producirlas. Se espera que este estudio sobre el reino animal empiece a clarificar cómo evolucionó la risa.
Otros criterios también apuntan a que puede haber una explicación simple para la existencia de tan variada gama de animales que reaccionan a las cosquillas y que viene dada por la estructura del sistema nervioso de los mamíferos, pues parece haber algo en común entre los mamíferos acerca del placer generado por el tacto. En parte, se puede deber a que el sistema límbico, que maneja la risa, es una de las partes menos evolucionadas del cerebro humano que compartimos en buena medida con otros animales.
Los chimpancés y otros grandes simios, como los orangutanes y los gorilas, pueden reírse, aunque el sonido que emiten es diferente del que producen los seres humanos.
La risa de un chimpancé suena como un jadeo, y al animarse, se vuelve un sonido más gutural. Una diferencia fundamental entre la risa del chimpancé y la humana es que, en el chimpancé, el acto de balbuceo se encuentra evolutivamente aún bajo el control del proceso de la respiración. El chimpancé inspira y espira durante la risa, de tal forma que sólo es capaz de producir una sílaba por ciclo de inhalación-exhalación. Los humanos únicamente espiramos, y además somos capaces de producir múltiples sílabas por ciclo respiratorio. Los monos, al no tener control del aliento, no son capaces de hablar, al tiempo que su risa es diferente.
Según el estudio, parece que la risa tiene como mínimo de 30 a 60 millones de años.
Pero, ¿qué se dice acerca de por qué tenemos cosquillas? Muchos investigadores afirman que las cosquillas constituyen una reacción de autodefensa del organismo, que es un instinto primitivo que obliga a reaccionar al cuerpo ante situaciones de peligro como, por ejemplo, prevenir los ataques ponzoñosos de una araña o un escorpión que caminan sobre la piel. Pero, además, durante el proceso de las cosquillas se libera dopamina, una hormona y neurotransmisor, que está relacionado con los sentimientos de placer.
¿Es verdad que en el ser humano, las cosquillas pueden matar? Si se hacen suavemente, resultan placenteras, pero cuando duran demasiado tiempo o su intensidad es excesiva, pueden ser muy molestas; por eso, las cosquillas son tanto un clásico del jugueteo y el “ligue”, como un elemento de tortura.
En realidad, la señal producida por la estimulación de los receptores táctiles de la dermis viaja hasta el cerebro. Las neuronas de ciertas áreas desencadenan una respuesta inmediata en forma de bruscos movimientos corporales y una risa nerviosa difícil de controlar. Si estas reacciones interfieren en la regulación de los músculos involuntarios que controlan la respiración, pueden causar espasmos e incluso asfixia. La situación de estrés que produce el cosquilleo también puede ocasionar un fallo cardiaco, siempre y cuando, la persona padezca alguna dolencia en el corazón. Ambos casos extremos, son muy extraños en la literatura médica, y lo normal es que las peores consecuencias de unas cosquillas no pasen del enfado de la víctima mientras se retuerce de risa.
Recordemos que…”la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla.
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