La conservación de la energía (VI). Pánico y percepción de riesgo.
14 de octubre de 2016
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Muchacha dice tu abuela
no te meta en la cocina
que quien tiene gasolina
no ha de jugar con candela.
Canción popular
Muchas veces al tratar en los medios el tema de las catástrofes naturales o los más diversos fenómenos geofísicos se impone una censura al uso de los términos asociados, con el argumento de no sembrar el pánico, luego, cuando el evento es inminente como la llegada de un huracán, aparecen quejas porque la población no tiene una percepción del riesgo adecuada.
Terremoto, huracán, tornado, tsunami no son malas palabras, sino la designación de fenómenos naturales peligrosos de los que debemos conocer lo más posible, para poder protegernos y ayudar a quienes los sufren o los pueden sufrir.
Hay muchas formas de noticias que sirven para sembrar el pánico, sobre todo cuando no existe una cultura acerca del fenómeno que se pronostica. Casi todos los años se anuncia por diferentes medios que ocurrirán catástrofes y que el mundo va a terminar en tal o más cual fecha, sin embargo el mundo aún sigue existiendo y las catástrofes que ocurren no son las que nos habían anunciado esos falsos profetas.
Una de las causas del pánico es la falta de conocimiento combinada con una mala política de divulgación.
La explicación de un especialista es siempre bienvenida, porque se eliminan los rumores, las falsas noticias y se advierte y explica en qué consisten los fenómenos y su peligro.
La divulgación científica de los temas energéticos ante el pánico y la percepción del riesgo
¿Cuál es la función del divulgador de la ciencia?
Ante todo contribuir a elevar la cultura del pueblo, entre otros en sus aspectos científico y energético de una forma objetiva. Prohibirle al divulgador tratar un tema, de forma adecuada, causa más daño que beneficio, entre otras cosas por socavar la percepción de riesgo.
En trabajos anteriores de esta serie hemos hablado de la conservación de la energía y de algunas magnitudes físicas como el momento lineal y el momento angular.
¿Hay en este conocimiento, de magnitudes físicas que se conservan, algo que nos permita evaluar riesgos en la vida cotidiana?
Cuando estamos dentro de un vehículo en movimiento compartimos con él la velocidad, aunque la cantidad de movimiento depende de la masa de nuestro cuerpo o del cuerpo del ómnibus. Si la guagua frena, debido a la conservación del momento lineal, seguimos moviéndonos a la misma velocidad y desde el sistema de referencia del ómnibus sentimos que somos disparados hacia adelante, como esa es una experiencia que todos tenemos, tratamos de ir sujetos a algo mientras el ómnibus se mueve, sobre todo en caso de tener que ir de pie, aunque nadie nos lo está recordando constantemente. La percepción de peligro en caso de un frenazo se incrementa según el vehículo va más aprisa, al extremo que las personas se quejan cuando va demasiado rápido y se comprende que en caso de un frenazo, no tendrán fuerza para mantenerse sujetos y sin daño.
La percepción de la velocidad, nos ha creado la noción del impulso o la fuerza que recibiremos en caso de frenazo y esto es una consecuencia de la conservación del momento lineal.
Pero cuando alguien, casi siempre adolescentes se enganchan del vehículo ya sea yendo en bicicleta o deslizándose sobre la película de agua que se forma cuando llueve, la sensación de peligro acelera las pulsaciones del corazón y la emisión de adrenalina como en un deporte de riesgo, pero sin el control ni los medios de protección que se usan en estos. En esos casos se sabe que hay peligro pero no se piensa en las consecuencias en caso de frenazo, una curva cerrada o un obstáculo imprevisto.
La advertencia de los mayores y las acciones de las autoridades se desconocen por quienes irresponsablemente participan es estas acciones e ignoran lo que les ocurrirá o piensan que a ellos no les va a pasar.
Ellos dicen como Juan el personaje de la canción infantil: ¡ah, me tiene sin cuidado!
No solo las balas matan
Otra conducta, frecuente en más casos de los que se piensa, es el de personas que se lanzan frente a los vehículos en marcha, para atraparlos y montarse en ellos, muchas veces con consecuencias terribles, fui testigo de cómo al chocar con un vehículo en tales condiciones una persona fue golpeada, y lanzada muy lejos gran velocidad pues ocurrió una transferencia de momento lineal, quedó muy maltratado y fue trasladado al hospital en un estado deplorable.
Una bala pesa solo unos gramos, pero la gran velocidad que alcanza al ser disparada, (en algunos tipos de armas es mayor que en otras, pero siempre del orden de cientos de km/h) le confiere una gran cantidad de movimiento. Un vehículo de varias toneladas de peso alcanza el mismo valor de momento lineal que una bala pero a una velocidad más lenta, de ahí que el efecto al atropellar a una persona sea el que describimos antes y vemos que la persona en el choque es lanzada muy lejos, recibiendo toda la fuerza del impacto.
Cundo hay un tiroteo, el ruido nos advierte de que hay balas volando a nuestro alrededor a gran velocidad, el riesgo se percibe inmediatamente, la sensación de peligro está presente, sin embargo el fluir del tráfico en las calles de la ciudad, en las vías de más rápido desplazamiento, se ve como algo confinado a las vías de circulación, con peligro solo si pensamos en cruzar la calle, y nos olvidamos que muchas personas de las más diversas edades y ocupaciones están todo el tiempo sin poner atención a la vía, por la que circulan vehículos que si nos descuidamos pueden ser tan mortíferos como las balas.
He abundado en la explicación de este fenómeno porque muestra un riesgo que todos percibimos y podemos comprender, pero a veces se nos olvidan situaciones en las que el fenómeno físico es similar pero no lo evaluamos cuantitativamente. Cuando durante un huracán los objetos son llevados por el viento alcanzan una gran velocidad, llegando a ser su momento lineal como el de una bala de gran calibre o superior, pues no depende solo de la velocidad sino también de su masa. Cuando se advierte de no salir a la calle durante las fuertes rachas de un ciclón, es para evitar un encuentro con tales proyectiles, recuerdo una foto en la que se ve una tabla que arrancada por el viento atravesó el tronco de una palma, y hemos visto los destrozos causados por los escombros y tejas de los techos de las casas.
Podemos comprender entonces por qué se desmontan los paneles solares antes de que llegue el ciclón, ya que en caso de ser golpeados por otro objeto pueden destruirse y perderse la posibilidad de usarlos, así como el costo de su inversión, por otra parte el mismo panel solar puede ser arrancado de su estructura de fijación y al ser arrastrado por el viento convertirse también en un proyectil destructor.
La percepción del riesgo, en general, depende del conocimiento que tengamos de las condiciones existentes.
Un cable suelto en el suelo, puede significar la muerte, la percepción del riesgo depende de la cultura y la preparación. Escaleras sin barandas donde hay niños pequeños o ancianos es una combinación potencialmente peligrosa. Muchas veces cuando uno advierte del peligro, las personas de la casa te dicen- ¡No llames desgracias!
Es preferible que la gente se asuste y no que ignore el riesgo. Hay muchos riesgos que de no advertirse no se sabe que pueden existir, sobre todo por la ignorancia generalizada delos temas técnicos y científicos.
He oído decir a muchas personas que incluso trabajan con electricidad. “Lo que mata es el amperaje, no el voltaje” esas es una declaración de ignorancia y desprecio irresponsable por el peligro. Por amperaje se entiende popularmente la intensidad de la corriente y por voltaje la de la tensión eléctrica. Para una misma resistencia eléctrica a mayor tensión o voltaje se producirá una mayor corriente o amperaje. Si no sabemos cual es la corriente que puede resultar mortal y cual es la resistencia de nuestro cuerpo cuando entramos en contacto con un conductor eléctrico activo, no podemos estar despreciando las medidas de seguridad, al suponer que con “voltajes bajos” no hay peligro.
Y recuerde que hay valores de la tensión eléctrica que siempre son peligrosos sobre todo para niños, personas con afecciones cardiacas y neurológicas, así que es preferible protegerse de cualquier peligro, para eso existen las medidas de seguridad, que siempre son ignoradas por los irresponsables que desprecian el riesgo.
Advertir del peligro es siempre una buena opción
No hablar de un tema no impide que este ocurra, la ignorancia no protege. Ocultar no ayuda ni previene.
En las conferencias que ofrezco sobre estos temas siempre recuerdo que es preferible que la gente se impresione por el fenómeno a que ignore el riesgo y que no sepa cómo actuar. Es preferible explicar donde hay peligro real y su solución, que mantener a las personas en la ignorancia, pues en caso de necesidad no sabrán que hacer.
Cuando se trata de fenómenos que no ocurren habitualmente en nuestro lugar de residencia o donde trabajamos, no conocemos en detalle qué hacer, tanto para protegernos de ellos o cómo actuar después que han ocurrido, pero cuando visitamos otros países donde esos fenómenos son comunes, y para los locales existen normas de conducta y medidas de seguridad, no podemos sumarnos a la ignorancia o tratar de hacer lo que se nos ocurra según nuestras experiencias en condiciones diferentes.
Repito que una de las causas del pánico, al oír una noticia, es la falta de conocimiento combinada con una mala política de divulgación pero es preferible que la gente se entere del efecto real y le demos las soluciones de como actuar a que ignore el riesgo.
La percepción del riesgo, en general, depende del conocimiento que tengamos de las condiciones existentes y en eso los divulgadores de la ciencia debemos jugar responsablemente nuestro papel.
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