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La catástrofe de Isasi

8 de mayo de 2017

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Treinta y ocho vidas costó a La Habana la catástrofe de Isasi, ocurrida el 17 de mayo de 1890 en la ferretería de ese nombre, ubicada en Mercaderes y Lamparilla, cuando un incendio que comenzó a las diez y treinta minutos de la noche, fue seguido de una fuerte explosión.

La potente detonación fue provocada por la gran cantidad de pólvora y dinamita no declaradas por el dueño del comercio, Juan Isasi, quien de inmediato fue detenido junto a sus socios por las autoridades. Un dato interesante es que el propietario del inmueble, el mismo día del siniestro había pagado las pólizas  de seguro, valoradas el 20 000 pesos oro en dos compañías.

Dos días demoraron los bomberos en sofocar las llamas, que amenazaban a las instalaciones colindantes, y los escombros por la calle Lamparilla habían sepultado a jefes y bomberos en su lucha contra el siniestro.

Fallecieron 25 bomberos municipales y del comercio, un marinero, cuatro policías y ocho civiles. El domingo 18 la capital amaneció de luto con todas sus banderas a media asta. Los funerales, con gran solemnidad, se realizaron el lunes 19 en la necrópolis de Colón, donde los carros de extinción de incendio condujeron los restos mortales de sus compañeros.

El ayuntamiento de La Habana se comprometió a levantar un monumento funerario a esos mártires, inaugurado el 24 de julio de 1897 mediante suscripción pública, obra del escultor Agustín Querol y del arquitecto Julio Zapata.

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