La casona de 5ta y D, antes de la llegada del Generalísimo
29 de diciembre de 2021
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La historia de esta casa forma parte del período de urbanización y desarrollo del barrio de El Vedado, siendo una de las más antiguas que se conserva. Sin embargo, queda colocada en el mapa histórico de Cuba por ser el lugar donde falleció, en 1905, el Generalísimo Máximo Gómez Báez.
Los primeros datos de la vivienda se remontan a 1813 cuando los terrenos eran propiedad de don Antonio Frías, conde de Pozos Dulces, coincidiendo la fecha con el momento de adquisición de sus fincas en esta zona. Antes, sin precisar fecha, fue su dueño don Miguel Remigio Valiente.
El conde de Pozos Dulces aún tenía su dominio en 1840, y en 1877, los solares 1, 2 y 3, de la Manzana No. 21, pertenecían a doña Matilde Giquel quien los adquirió por compraventa a Enrique Chapagne por el precio de 500 pesos en oro, reconociendo a censo en cada solar otros 500 pesos en oro, con el canon de un 5 % anual a favor de los herederos del conde de Pozos Dulces.
Según el Registro de la Propiedad, en el padrón de riqueza formado en esta ciudad, don Joaquín María Sánchez, consorte de doña Matilde, consta empadronado con el alquiler de 78 pesos oro mensuales a su nombre, a virtud de licencia que se le concedió para construirla el día 2 de marzo de 1878, por lo que se toma como referencia este año para datar el inicio de las obras de esta casa levantada en los mencionados solares 1, 2 y 3 de la Manzana No. 21 de El Vedado. Una imagen publicada en El Fígaro de 1905, cuando salía el féretro de Máximo Gómez de la casa, deja ver una inscripción en la verja: 1880. Cotejando las fechas, debió ser este el año en que concluyó su construcción. Y debajo de este, se aprecia el monograma J.M.S: Joaquín María Sánchez, su propietario entonces y quien la mandara a fabricar.
La vivienda edificada entonces fue “de mampostería, azotea y tejas, con portales”, se señalaba con el número 20 de la calle 5ta, haciendo esquina a la calle D. Todo indica que, originalmente, la entrada y la numeración principal estaban por la calle 5ta. Los detalles de la foto de El Fígaro de 1905, dejan ver también la tarjeta con el número que llevaría la casa a finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX: 45.
Lindaba por la derecha (entrando a la casa por 5ta) con el sitio destinado a la Plaza del Recreo, espacio público donde, presumiblemente, se construiría entre 1915 y 1918 el parque Gonzalo de Quesada. Por la izquierda, con una casa de don Genaro Suárez y por la espalda con otra de don Casimiro del Monte y de don Manuel Grenet. Su frente medía 60 m y su fondo, incluyendo su caballeriza y lavadero, se componía de 62 varas, o sea, 52 m a lo máximo. Su valor a la sazón era de 500 pesos oro. Estos solares formaban parte de la hacienda Balzain o de El Vedado. Poseía varias cargas o hipotecas, y anotaciones por embargo, los que se relacionan en los anexos. A finales del siglo XIX se numeraba con el 45 de la calle 5ta y estaba valorada en 15 320 pesos, 44 centavos. Estaba cercada por una verja de madera con zapata y pilares de mampostería, y cada uno de ellos coronados con copas; jerarquizando la entrada sendos de mayor altura con reja de hierro (foto anterior).
Esta finca, adquirida en matrimonio por doña Matilde Giquel y Desommes y don Joaquín María Sánchez Coffigni, cuando este murió en 1899, fue hipotecada por su viuda a favor de cada uno de sus hijos doña María, don Luís, doña Josefa y don Rafael Sánchez y Giquel, por partes iguales, entre los cuales le abonará lo correspondiente cuando arribasen a su mayoría de edad. Medía 60 m de frente y 50 m de fondo, dando una extensión superficial de 3 000 m². Lindaba por el frente o norte con la calle 5ta, por la izquierda u oeste con la calle D, por la derecha con la casa número 43, antes 32 de la calle 5ta, de los herederos de don Genaro Suárez y por la espalda o sur con la casa número 76 de la calle 7ma de don Adriano Hernández, y con el número 78 de la misma calle, de don Francisco de la Torriente. Doña Matilde Giquel tenía inscrita a su nombre esta finca en la siguiente forma: la posesión de las fábricas y su terreno sin perjuicio de tercero según la inscripción primera de esta finca y el dominio pleno de los solares 1, 2 y 3 de la inscripción primera de la finca 139 del tomo 337.
Doña Matilde falleció en 1905, sin otorgar testamento, por lo que fueron declarados sus hijos como únicos y universales herederos. Luego del avalúo y partición de sus bienes, esta finca, valorada en 24 000 pesos, pasó a manos de doña Josefa Sánchez y Giquel, quien a su vez la vendió, en 1908, a la Iglesia Católica representada por Monseñor Pedro González Estrada, Obispo de esta Diócesis, por el precio de 23 000 pesos oro español.
Por su parte, el Excmo. y Reverendísimo Monseñor Manuel Ruiz y Rodríguez, Arzobispo de la archidiócesis de La Habana y Administrador Apostólico de Pinar del Río, en representación de la Iglesia Católica, vendió esta finca a la Asociación “American Dominican Sister”, o sea, “Hermanas Dominicas Americanas”, asociación civil, representada por su presidenta la Reverenda Madre señora María Abigail Kane y Mac Ginn, natural de Philadelfia, Estados Unidos, por el precio de 21 000 pesos m.o. La venta del edificio se realizó con la condición de que debía ser destinado siempre a Colegio Católico de Niñas, y si dejase de dársele esta aplicación personalmente por las mencionadas religiosas, volvería la casa al dominio de la iglesia católica, la que reintegraría lo que la Asociación hubiese satisfecho por el precio de la compra, más la suma gastada en construcciones y mejoras desde el mes de junio de 1923.
Según anuncio de la época, el plantel de las Dominicas Americanas estaba afiliado a la Universidad Católica de Washington. En él se cursaban estudios de Bachillerato y Comercio, exclusivamente en inglés. Y en la enseñanza primaria se impartía español, de acuerdo al plan oficial de las escuelas del país.
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Comentarios
El arquitecto e historiador Joaquin Weiss decía que esa casa perteneció a uno de sus abuelos