La carga emocional
9 de octubre de 2015
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¡Estoy recargada! Dice una mujer agotada porque es ejecutiva de una empresa con las consecuentes responsabilidades, horarios de infierno, etc., etc., y además es casada, tiene hijos, madre mayor a la que también debe atender. En fin, hay que comprender que ella se sienta agobiada, lo que implica cansancio, disminución de efectividad en su desempeño y emociones negativas como irritabilidad, tristeza, desmotivación, enojo y muchas más. Ella demanda ayuda de su sistema de apoyo, tanto en su trabajo, como en la casa, las amistades, y probablemente reciba esa ayuda, ya que las personas reconocen que efectivamente las 24 horas del día no le pueden alcanzar para atender todas las tareas de las que es responsable y que tiene que dejar algo. ¿El trabajo? Eso afectaría la economía familiar y además no es justo que tenga que renunciar a su vida social. Así se analiza los demás aspectos de su vida, y claro que no se va a divorciar, ni va a renunciar a los hijos y menos va a abandonar a la madre, y como el problema de esta mujer es el hecho de que tiene demasiadas cosas que hacer en su vida, cuando estalla, recibe la comprensión y tiene las condiciones favorables para delegar tareas, y si lo organiza bien seguro que le va a ir mejor.
Este es un ejemplo de que nada es ajeno a la vida emocional, sino que son las manifestaciones más frecuentes y visibles, pero no necesariamente son acompañantes, sino que pueden ser las protagonistas de esta sensación de cansancio, recarga, agobio. Sin embargo, si esta misma expresión la hubiera hecho porque se siente recargada emocionalmente porque, por ejemplo, tiene preocupaciones, dudas, insatisfacciones con algún aspecto de su vida, entonces no recibiría la misma comprensión y ayuda. ¿Por qué? Pues porque es mucho más difícil entender que los aspectos subjetivos, psicológicos son igualmente o más importantes que los “problemas visibles”. Es una realidad que se subestiman, se subvaloran e incluso con frecuencia se consideran falsos o como manifestación de debilidad.
Pero voy a ir más lejos y es que cuando una persona recargada emocionalmente tiene deseos de descansar, dormir, tomarse unas vacaciones la incomprensión es mayor. “¿Cómo quieres descansar si tú duermes bien y has tomado vacaciones hace poco?” Puede ser una pregunta y aún aumenta si la sensación de agotamiento emocional está causada por estar insatisfecho con un trabajo que aparentemente a ojos de los demás es un muy buen trabajo: “¿Estás loca? ¿Cómo quieres dejar esa empresa? ¡Ojalá yo estuviera en tu lugar! ¿Estás pensando en dejar a tu marido?, si ni te pega, ni te engaña y además todos los hombre son iguales, creo que estás exagerando”.
Pudiera poner muchos más ejemplos sacados de la vida real, y que muestran que hay mucho que aprender sobre la importancia que tienen las recargas emocionales como centro de la insatisfacción de la vida. Que las personas nos cansamos no solo porque trabajemos todo el día, sino que podemos abrumarnos porque la tristeza, la ansiedad, la irritabilidad que sentimos nos están diciendo que hay algo dentro de nosotros que nos avisa que estamos descontentos con algo o alguien, y no hay que desoír estas reacciones. Es muy peligroso tratar de reprimirlas porque solas no van a resolverse, sino que mientras más se ignoren van aumentando, potenciando la explosión emocional que más tarde o más temprano va a ocurrir.
Tal vez alguno de ustedes ha estallado de manera desproporcionada ante un estímulo cualquiera, dejando a los demás –y a Ud. mismo– atónitos porque no entienden esa sobre-respuesta. Yo les digo que ese es el resultado de ahogar lo que nos preocupa, nos acongoja, y que no le damos la importancia que tiene; por lo que resulta muy peligroso engañarse uno mismo.
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