La capacidad de adaptación

15 de septiembre de 2017

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Yolanda Ramiro Sánchez

 

 

Cuando en la escuela estudiamos las diferencias entre los animales y el hombre, una de las cosas más interesantes que aprendemos es que los animales se adaptan a su medio, y si no lo logran, pueden fallecer, así por ejemplo un oso polar muere si vive en un clima tropical. Por otro lado, la superioridad humana permite la transformación del medio, así dominamos todo el mundo en que vivimos, y como la naturaleza no nos dio alas, pues inventamos el avión, y como no tenemos ni escamas ni branquias inventamos barcos, submarinos, y si echamos una mirada a nuestros alrededor encontramos cientos, miles de logros producto de esta capacidad de cambiar el medio para mejorar la vida, lo cual es la esencia del desarrollo social.

Sin embargo, para nada esto significa que hemos dejado atrás la capacidad de adaptarnos, porque es asunto de supervivencia, así lo que no es susceptible de cambiar, no hay otra alternativa que saber adaptarse, que no significa una conducta de derrota, sino todo lo contrario, ya que es manifestación de inteligencia. ¿Cómo se ve esto en términos de inteligencia emocional? Porque resulta fácil entenderlo, por ejemplo en cuanto al clima, no se puede cambiar ni el frío extremo o los desastres naturales, pero esto no hace que las personas no vivamos en estas zonas, sino que nos adaptamos a enfrentar y afrontar estas inclemencias; sin embargo, ¿qué significa la adaptación emocional?

En términos generales se aplican los mismos principios generales de la aceptación climática o de cualquier otro tipo, y es saber sacarle provecho a las situaciones adversas, y aquí me viene a la mente la frese popular que dice que si la vida te da limones pues haz limonada, y esto quiere decir que lo que no es posible transformar, hay que encontrarle su beneficio, pero para esto hay que tener claro cuáles son nuestros objetivos, y si el camino tiene determinadas condiciones, características que son difíciles, molestos, hay que evaluar si el logro final vale lo suficiente para pasar por situaciones que nos disgustan, y en dependencia de que tiene más valor, entonces decidimos aceptar el reto de la adaptación. Si por el contrario, creemos que el esfuerzo es excesivo en comparación con lo que queremos obtener, pues es válido retirarse.

Existe un ejemplo muy común en la vida cotidiana sobre este proceso de aprendizaje adaptativo y en el cual –conscientemente o no, la mayoría hemos pasado– y es adecuarnos al matrimonio, a otra persona que tiene una vida anterior, familia, metas, etc. diferentes a las nuestras, y si bien es cierto que en una relación matrimonial también hay que hacer determinados cambios, si lo vemos a profundidad estos cambios son una manera de adaptarse al otro para lograr que funcione el matrimonio, por lo que situaciones difíciles de enfrentar como puede ser una suegra metiche, es una condición que va como parte del “paquete” del esposo o la esposa, asimismo de ninguna manera es pensable que el hijo o la hija se distancie de su progenitora, porque eso demostraría que como ser humano tiene muy poco valor, por lo que hay que adaptarse –con el menos daño posible– a la suegra, y con la mejor cara, inteligentemente, capeando el temporal, como se dice popularmente porque la adaptación no puede acompañarse de una emocionalidad negativa, ya que entonces sería una tortura, y la adaptación emocional es un recurso positivo, de otra manera es un sufrimiento.

En el matrimonio hay otras situaciones que facilitan la adaptación, como es la comunicación, resultando un factor fundamental, y no solo en la relación amorosa, sino en otras circunstancias de la vida, porque para adaptarse primero hay que negociar que las demás partes involucradas también sean capaces de hacer el mismo esfuerzo y además que se conozca la buena voluntad de hacer dejación de criterios, de posturas, de estilos de vida, con el propósito de llegar a lograr el objetivo.

Es la capacidad de adaptación un reto en el aprendizaje emocional, donde lo primero que hay que reconocer es que no significa una derrota, sino es una manifestación de la capacidad de unir la lógica con las emociones.