La calle Muralla: Centro Histórico la Habana Vieja
10 de julio de 2017
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La histórica calle de la Muralla debe su nombre a la obra defensiva que protegió la antigua ciudad por mar y tierra de los ataques de corsarios piratas, precisamente porque su recorrido, trazado de Esta a Oeste, llevaba a una de las puertas de la referida construcción, la puerta de Tierra, por la que se salía al campo por el llamado camino de San Antonio –hacia la Calzada de Reina– y al camino de la Vuelta abajo –hoy Calzada de Monte–.
A través de los años ostentó distintas denominaciones, por ejemplo, fue la calle Ricla a mediados del siglo XVIII, porque luego de la toma de La Habana por los ingleses y una vez restituido el poder a la corona española, don Ambrosio Funes de Villalpando –conde Ricla–, nombrado Capitán General de la isla hizo su entrada a la ciudad por esta vía.
Afirma el historiador Santalices que también en uno de sus tramos se llamo de La Alcantarilla, en la esquina que hace con la de Compostela, por un ramal de la Zanja Real que pasaba por allí; también se llamó de la Constitución, en la etapa constitucional española del siglo XIX, etc.
En Muralla también estuvo la primera casa cuna de la ciudad amparada por el Obispo Gerónimo Valdés, por lo que en un tiempo a ese tramo que corre por la calle de los Oficios también se le llamo calle de la Cuna.
Innumerables personajes de la nobleza habanera tuvieron en ella su mansión, no podemos pasar por alto que forma uno de los lados de la Plaza Vieja, donde habitaron los Condes de Jaruco.
En distintas épocas los historiadores han dado fe de su trazado regular y el uso comercial que caracterizó este eje vial, donde abrieron sus puertas comercios de todos los géneros y se vendía en cantidades considerables todo tipo de artículos. Se ha destacado el ambiente que la caracterizó, con toldos que se extendían de un lado a otro de la acera, los que se recogían en la noche para acentuar las luces y sombras salidas de los establecimientos y los edificios que de forma compacta se extendieron a lo largo de su recorrido.
En la primera mitad del siglo XX nuestros padres y abuelos rememoran la calle Muralla como asentamiento de los comerciantes judíos –los llamados “polacos”– que salieron de una Europa belicista en busca de mejores condiciones de vida; aquí establecieron sus comercios de tejidos desplazando a los antiguos establecimientos coloniales.
Durante la segunda mitad del siglo XX la calle Muralla fue perdiendo el lucimiento que la caracterizó. Progresivamente se fue ocupando por centros de trabajo, oficinas, almacenes y pequeños comercios desaliñados, establecidos en los bajos de los edificios de vivienda; esto, unido al crecido número de vehículos que la transitan, provocan un incómodo recorrido para el caminante que busca las huellas impalpables de la historia.
La calle Muralla se extiende desde el litoral, en la Avenida de San Pedro, hasta la antigua plazuela de las Ursulinas en la calle Egido.
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