La calle Lamparilla. Centro Histórico. La Habana Vieja
13 de enero de 2017
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La calle Lamparilla se extiende de Este a Oeste de la ciudad antigua, desde la calle de los Oficios, donde comienza, en la plaza de San Francisco, hasta la Avenida de Monserrate, por lo que llegaba antiguamente hasta los muros de la muralla que protegían la ciudad por la parte de tierra.
Debe su nombre a una lamparilla que un devoto de las ánimas encendía todas las noches en su casa, ubicada en la esquina que hace esta con la calle Habana; según cuenta el historiador José María de La Torre, quien añade que la esquina con Aguacate se llamó de la Campana, por un campanario pintado de azul que había allí y la cuadra que delimitan Villegas y Bernaza en la plaza del Cristo, de Las Cañas Bravas, porque al costado del templo habían sembradas estas plantas que se cortaron a inicios del mismo siglo.
Como el resto de las calles de la ciudad, cada esquina tomaba el nombre de un acontecimiento ocurrido allí, un elemento distintivo, o el apellido de algún vecino distinguido. La esquina con la calle Cuba, se llamó de La Bomba, nombre de un establecimiento comercial ubicado allí y de Zuaznábar la de San Ignacio por el apellido de un reconocido comerciante.
Por ejemplo, también se le llamó de la Cárcel, porque cruzaba casi al inicio de su recorrido por el primitivo edificio destinado a esta función que se levantó en la esquina con Mercaderes, lo que añade Santalices en su obra sobre las calles de la ciudad, quien demás refiere que en la casa señalada con el número 9, se estableció hacia 1812 la imprenta La Cena, propiedad de Antonio José Valdés, uno de los primeros historiadores de la ciudad que imprimió allí sus obras, como la tan reconocida, Historia de la Isla de Cuba y en especial de La Habana, y su diario del mismo nombre, La Cena.
En su largo recorrido se establecieron familias de renombre durante la colonia y se alzaron edificios que, con el paso de los siglos, son muestra evidente en nuestros días de los distintos estilos constructivos puestos de manifiesto en la ciudad, desde los elementos del barroco al neoclasicismo, para preponderar el ecléctico, asumido con la entrada del siglo XX.
Cuando se cambiaban los nombres a las calles de la ciudad se le quiso llamar Pedro Pérez, por el patriota guantanamero que peleó en la Guerra de Independencia, pero este no prevaleció.
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Comentarios
Buen artículo yo vivo entonces en lámpara llama y campana. Ja ja😃