La calle del Tejadillo

4 de septiembre de 2018

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Zenaida Iglesias Sánchez

 

 

Esta típica arteria colonial habanera parte de la calle San Ignacio, frente a la portada del otrora Seminario de San Carlos y San Ambrosio. Corre de Este a Oeste hasta la avenida de Monserrate, donde termina.

Su nombre lo debe a una vivienda colonial que destacaba en la distancia por el “tejadillo” que mostraba; elemento dispuesto sobre el balcón, a modo de cubierta inclinada, con varias hiladas de tejas, para proteger a los moradores de la casa de las inclemencias del sol y la lluvia. Fue muy frecuente en las viviendas del siglo XVII, se suprimió con el paso del tiempo y las transformaciones ocurridas en los edificios, aunque algunos se han rescatado con los trabajos de restauración de nuestra institución, en los antiguos edificios representativos de la arquitectura doméstica de aquella época.

 

 

El historiador Pérez Beato ubica esta antigua construcción que nombró la calle en la esquina con la de Cuba donde también existía una taberna propiedad del vecino Pedro Hernández. Algunos estudiosos infieren que antes de construirse el antiguo templo de la orden Jesuita esta vía tenía salida al mar como las demás, en épocas en que fuera un mero callejón sin pavimentar.

Como todas las calles de la ciudad antigua su recorrido está plagado de leyendas, vecinos que dejaron huella en su quehacer e instituciones que se distinguieron, como ocurrió en la casa señalada con el número 2, justo desde donde parte la calle Tejadillo; aquí radicó a finales del siglo XIX el colegio externo de las madres del Sagrado Corazón, llamado popularmente Colegio del Tejadillo, y mantuvo sus funciones hasta la década del ’30 del pasado siglo XX.

 

 

Refiere Fernández Santalices, que en esta calle vivió el conde Ibáñez, en la esquina con la calle Cuba; y como dato curioso agrega que hubo también en sus inmediaciones unos famosos baños que se surtían de un manantial que allí brotaba, en la cuadra que va entre Cuba y Aguiar, en una casa ya desaparecida; tramo de calle en que vivió el educador cubano José de la Luz y Caballero. También fue su vecino el inolvidable historiador de la ciudad Dr. Emilio Roig de Luechsenring; y estuvo en ella el despacho donde trabajó como abogado el líder de la Revolución Fidel Castro de recién graduado.