La calle de San Ignacio: Centro Histórico de La Habana Vieja
6 de junio de 2014
|La calle de San Ignacio recorre de Norte a Sur el territorio de la antigua Habana intramuros, parte desde la de Chacón y llega hasta la iglesia de Paula en la Avenida del Puerto. Su nombre lo debe a la ermita que fundó en 1690 el obispo Diego Evelino de Compostela consagrada a este santo, con el fin de establecer en ella iglesia y colegio de la Compañía de Jesús, ésta quedó emplazada en las inmediaciones de la plaza de la Catedral por entonces de la ciénaga, de hecho, en la actualidad, el primer tramo de esta calle se desliza frente a la portada lateral barroca del templo.
En su recorrido, forma uno de los lados de la plaza de la Catedral, donde sobresale la hermosa mansión de los marqueses de Aguas Claras, y de la plaza Vieja, dos importantes espacios públicos de la ciudad.
Afirma Manuel Fernández Santalices en su libro “Calles de La Habana”, que en casi todas las calles transversales que encuentra San Ignacio en su curso, las esquinas tenían denominaciones populares… y no es menos cierto si nos detenemos a leer cada una de estas coincidencias, lo cual pongo a consideración del lector curioso.
De este modo se despliega el eje vial en su recorrido casi perfecto, pasando por la de Obrapía, Lamparilla, Amargura, llega a la de Teniente Rey y la de Muralla en medio de los portales que tantas historias atesoran de la otrora plaza del mercado.
Si la recorremos, podemos encontrar en la actualidad esplendidas construcciones de varios siglos de existencias, suntuosos palacios del XVIII, edificios del XIX que acogieron los códigos formales de la arquitectura de esta época, la modernidad del pasado siglo XX, sin pasar por alto algún ejemplo derruido que nos remonte al lejano siglo XVII. Comercios de distinta índole afloraban a su paso durante la colonia, por ejemplo, la sombrerería “El Rayo” en la esquina de Amargura; “La Pluma de Oro” en los portales de la plaza Vieja; baratillos, tiendas comisionistas, almacenes de ropa; tabaquerías, quincallas, bares y cafeterías, por solo citar algunos.
En la calle San Ignacio queda mucho por hacer, pero la obra restauradora no se detiene y se van observando ejemplos puntuales. Su recorrido finaliza como si abriera los brazos al encuentro de la antigua iglesia de Paula, convertida hoy en una hermosa sala de conciertos.
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