La calle Aguacate, en la Habana Vieja
10 de octubre de 2014
|La denominación de la calle se debe, según cuentan los antiguos historiadores, a un frondoso árbol de este fruto que por su altura, desafiaba las tapias de uno de los patios del convento de Belén. Refiere Santalices que la arteria se conocía con el nombre de calle cerrada del Aguacate de Belén.
El autor deja en su obra Calles de La Habana, una imagen que muestra al fondo el antiguo edificio de la Convalecencia de Belén, lugar donde se levantó el árbol de aguacate que fue talado en las primeras décadas del siglo XIX, sin que por ello cambiara el nombre de esta vía; sin embrago, esto sucedió en las primeras décadas del pasado siglo XX, cuando se denominó Perfecto Lacoste, nombre del alcalde de La Habana. Pero este no perduró, la labor de prestigiosos historiadores y defensores del patrimonio heredado, que tenían a la vanguardia al Dr. Emilio Roig, hizo que los nombres antiguos se restituyeran y prevalecieran a través del tiempo.
En la calle del Aguacate vivió nuestra Cecilia Valdés junto a su abuela, según narra el novelista Cirilo Villaverde en la novela homónima. Su recorrido transcurre de Norte a Sur, desde las calles Monserrate y Chacón, por donde se levantaron las antiguas murallas del Ángel, hasta la calle Luz, frente a los muros del antiguo hospital de Belén.
Como todas las calles de la antigua ciudad, en su recorrido se mezclan leyendas, historias, estilos arquitectónicos y atraviesa otras no menos importantes, como las de Empedrado, San Juan de Dios, Obispo, Amargura, Muralla, por solo citar algunas de las que corren de Este a Oeste formando la cuadrícula de la antigua ciudad.
Las esquinas, también se distinguían por sus peculiares nombres, como la de Aguacate y Muralla, llamada la de “los jimaguas”, por un establecimiento comercial que tenía este nombre. Personajes de la nobleza, comerciantes, abogados y doctores establecieron en la calle Aguacate su morada o sus negocios. El eminente científico cubano Carlos J. Finlay estableció su consulta entrado el siglo XX, en la casa señalada con el número 460, antiguo número 110; aquí recibió a la comisión médica encargada de estudiar la fiebre amarilla.
A todo lo largo de su recorrido, en la calle del Aguacate de nuestros días, transcurre la vida cotidiana de los habaneros que la habitan y la transitan, atravesando la vieja ciudad de Norte a Sur. En la actualidad se trabaja en la restitución de las redes soterradas y sus habitantes esperan verse beneficiados con las obras de restauración en un futuro cercano.
Galería de Imágenes
Comentarios